columna cesar montoyaPor: César Montoya Ocampo

El símil del avestruz que cree salvar su vida escondiendo la cabeza, de pronto puede ser aplicable ahora. Ocurren cosas que nadie vislumbra. Cuando Vargas Lleras, por  voluntad propia, salió del ministerio, todos creímos que buscaría  comando en las trincheras. 

Pero ¡qué desengaño! Contempla las tempestades que podrían hacer zozobrar el barco  con fría impavidez. Debiera encabezar las próximas listas para el parlamento. Tampoco. Un olfato malicioso, adivina que en su ajedrez espera el mate del rey para redimir a Colombia de un imaginario naufragio. El expresidente Gaviria que tiene mirada inquisitiva ha dicho :”Hay gente que …..está trabajando  en función del Plan B”. Palabras dirigidas a  Santander para que las entienda  Bolívar.

Santos, con un pésimo gabinete, enfrentó sólo la insurgencia. Finalmente, con éxito, palpó el drama social que soporta el campo colombiano.El paro que acabamos de sortear demostró que ninguna ortodoxia fue escuchada.

El gobierno está en lo suyo. Atiende el proceso de paz que, eludiendo dificultades, impulsa en La Habana; utiliza el legislativo para viabilizar el fin del conflicto; ampara las víctimas; devuelve tierras a sus dueños y hace milagros para prevenir y sancionar el brote múltiple de una delincuencia desbordada. A ese ceremonial todos concurren. El parlamento en un 80% aplaude y respalda el desempeño oficial. Los partidos, en sumisa comparsa, están incondicionalmente al servicio del actual Ejecutivo nacional.

Jamás en Colombia se había producido un levantamiento gremial que aglutinara todas las fuerzas agrarias. Tampoco jamás las montoneras sociales habían utilizado las vías de hecho con rabia incontenible. Hemos sido sorprendidos por una masa laboral radicalmente inconforme. Santos para conjurar la crisis renovó  el equipo de sus colaboradores. Los ministros nombrados no tienen el visaje que la nación reclama.

Colombia sale de una  aburrida procesión de masoquismos. Abandonó ¡por fin! los emplastos epidérmicos para realizar una cirugía que habrá de  crear nuevos moldes para los desventurados campesinos. Santos ha demostrado su sintonía con un país que pareciera deshacerse en pedazos ante la atónita mirada de un opinión estupefacta El timonazo del ejecutivo fue oportuno y radical.

Pero no han de faltar los desconciertos. Uribe es la piedra dentro del zapato. Recorre en evangélico proselitismo todos los departamentos, recibido por multitudes y más ahora con este coyuntural  desorden. El derrame de sangre inocente por una guerrilla desalmada, los errores ocasionales del gobierno, la criminalidad generalizada, permiten que la oposición prospere. El enfado de Uribe contra Santos, da pábulo a su ojeriza insanable. Algo más : A Santos lo rodea una cohorte amarrada por la burocracia. Casi todos los legisladores, en un revés electoral del presidente, buscarán de nuevo acampar en las toldas de  quien ahora es su enfurecido contradictor. Si por cualquier causa fracasara, se harán perdonar del autócrata y saldrán por las plazas a enarbolar el pendón del Puro Centro Democrático. ¡Esa es la verticalidad de nuestros hombres públicos!

Sin embargo, la política tiene sus ironías. En este momento Santos, pése a su descrédito pasajero, no tiene un contendor que le gane en una justa presidencial. Luis Alfredo Ramos que iba a ser el escogido por Uribe, se encuentra legalmente detenido, con previsibles huracanes de  condena, por orden de la Corte Suprema de Justicia. Quedan supérstites Zuluaga, Santos y Trujillo. A cualquiera de los tres, los tritura electoralmente el actual mandatario.

El peligro se circunscribe al parlamento. En este estadio, Uribe puede ser el vencedor. Carecen  los santistas de un comandante viajero que recorra el país y se ponga a la vanguardia en las  confrontaciones que se avecinan. En  cambio Uribe lo hace bien. Es el único que peregrina por  la geografía colombiana, encontrando en todas partes masivos recibimientos. A los  contendores de Uribe se les ha olvidado que hay que conquistar el respaldo de los electores. Que  es lo que exactamente no están haciendo ahora los amigos del gobierno.

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Por EL EJE