Por: Andrés F. Zapata

Inconvenientes viales en la carrera 18. La falta de personal retrasa las obras

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Las diversas obras que se llevan a cabo en la capital quindiana, han sido hasta ahora de gran controversia dentro de la ciudadanía en general, pues para muchos representa un punto negativo e innecesario y para otros es el desenlace y la vía hacia una ciudad más moderna, más avanzada y con mayor facilidad para el flujo vehicular. Sea cual sea la opinión más acertada, lo verídico del caso es que por ahora la ciudad está hecha un caos que es imposible de recorrer, más cuando se presume que dichas obras “irán para largo” por la demora en la ejecución debido a la escases de personal y maquinaria.

Un claro ejemplo de esto lo vemos en la enorme obra de reinfraestructura vial de la carrera 18 y que abarca un aproximado de 20 cuadras, desde la calle 50 hasta la 30. Allí la situación se torna complicada casi que a cualquier hora del día, lógicamente con mayor tensión y represión vehicular en horas pico, todo porque dos de los cuatro carriles se encuentran en proceso de reconstrucción.

Proceso que es completamente lento y desesperante, pues lastimosamente escasea el personal y maquinaria encargada de llevar a cabo estas obras. Son pocos los obreros que se ven trabajando y por lo general los pocos equipos que hay no se ven en funcionamiento.

El punto más crítico de esta obra es en la intersección de la calle 50, proveniente del sector de Arenales hacia el cruce con la carrera 18. Allí, como inicia la obra se genera un trancón altamente riesgoso en accidente por la cantidad de vehículos que conectan ahí.

Y si a esto se le suma que unos cuantos conductores irresponsables dejan parqueados sus vehículos al costado de uno de los dos carriles habilitados y que el personal regulador de tránsito es nulo como para hacer más llevable la situación, mucho peor.

Al día de hoy ya son varios meses desde que inició esta obra y hasta ahora no se ve ni un solo tramo terminado, dificultando la calidad de vida de todos aquellos que por una u otra razón deben desplazarse diariamente por este sector.

No queda duda de que el resultado de esto y si se hacen las cosas bien, será de mucho provecho para todos y para la ciudad en general, pero mientras eso ocurre, las entidades responsables deben comprometerse más en agilizar los procesos y evitar colapsos como los que a diario suceden.

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Consumo poco saludable

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Un lector de nuestro periódico nos envía una serie de fotos en donde se ve como un hombre lleva consigo a una cabra de lado a lado en la ciudad de Armenia, vendiendo a transeúntes la leche del animal que es ordeñada delante de los ojos de los consumidores.

Esta situación ha resultado de mucha polémica, entre quienes defienden el accionar de la persona, pues consideran que esta actividad la hace como un medio de trabajo y sustento para su familia y los que opinan que esta práctica va en contra del animal y de la salud de las personas, pues para nadie es un secreto que la leche sin pasteurizar es perjudicial para la salud.

Toda la vida dentro de las familias campesinas se ha tenido la costumbre de beber leche cruda, pero es claro que la ciencia ha demostrado los peligros de esta actividad, pues el no procesamiento correcto de la leche, conlleva a que el humano ingiera bacterias peligrosas responsables de transmitir enfermedades como listeriosis, fiebre tifoidea, tuberculosis, difteria y brucelosis, enfermedades que de no tratarse adecuadamente pueden desencadenar incluso en la muerte.

Acá no pretendemos interrumpir el trabajo de los demás, pero nos interesa más velar por el bien común. Ante esta situación la entidad de salubridad pública encargada tiene la responsabilidad de tomar las medidas necesarias y así evitar males en la ciudadanía a causa de esta actividad.

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