Terrible problemática de nunca acabar
Muy preocupante la situación que se ha vivido durante los últimos días con respecto al tema de los barras bravas en todo el país. Individuos que se hacen pasar por fieles hinchas de un determinado equipo pero que esconden bajo sus camisetas el odio, la delincuencia y la decadencia de unas mentes podridas y sin una visión más allá que la de la violencia.
Desde que tengo uso de razón he sido amante del fútbol, de pequeño iba al estadio con mi padre quien me inculcó el amor por los colores del mejor equipo de mi ciudad natal, Medellín – ya ustedes deducirán a que equipo me refiero –hasta ahora y a pesar de la distancia sigo alentando a mi equipo, celebrando sus triunfos y tomando con resignación los malos resultados.
El fútbol se trata de eso, de alegrías y tristezas, de emociones y sentimientos, de euforia y festejo, de victorias y derrotas. Da lástima ver en lo que se ha convertido hoy en día este hermoso deporte para muchos tontos e ignorantes, una fachada perfecta para robar, delinquir y asesinar sin piedad a quien consideren su enemigo solo por el hecho de portar la camiseta de otro equipo.
Las muertes cometidas en la ciudad de Bogotá durante la última semana a manos de estos bárbaros no es novedad en nuestro país y el departamento del Quindío no ha sido exento de este problema. En lo corrido del año ya son varias las muertes registradas en circunstancias violentas ocurridas dentro de nuestro departamento.
Esta problemática es de tipo social, y va mucho más allá de pertenecer a uno u otro equipo de fútbol. Todo este odio y vandalismo lastimosamente nace en las propias casas de los implicados, la falta de cultura, educación, valores inculcados, falta de amor familiar, de respeto por los demás y la vida humana hacen que matar o hacer daño a otra persona no sea ningún inconveniente.
Teniendo como excusa el ser parte de una hinchada de algún equipo, estos personajes encuentran algo que nunca se les ha sido otorgado: una identidad, un espacio que ocupar e incluso una “familia”, es por esto que rechazan con vehemencia cualquier otro tipo de afición que no sea la suya.
La violencia entre barras no se acabará por más que se pretenda suspender los campeonatos de futbol de nuestro país así como lo reclaman y estudian en el gobierno, medida que a propósito es apoyada por muchos ciudadanos; todos tenemos un punto de vista diferente y respetable, pero aquí el problema va más allá de los estadios o sus alrededores. Acá la solución es tomar más medidas de seguridad por parte de las autoridades, mayores y más ejemplares castigos a estos delincuentes disfrazados de hinchas, implementación de más agresivas y constantes campañas de concientización y promovedoras de paz como las ya efectuadas en las grandes ciudades.
Disfrutemos todos del fútbol en paz, la cultura barrista puede prevalecer sin la necesidad de atentar contra la integridad física de nadie más, ver un estadio lleno con las dos hinchadas, cada una alentando en paz a su equipo es un escenario que quisiéramos ver cada fin de semana, para así con toda confianza poder volver al estadio sin la preocupación de que algo malo va a pasar.
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