Por Gonzalo Quiñones V.

Puede resultar extraño el título de la presente nota. Se trata de un legislador de Kansas, Estados Unidos quien preocupado por la conducta, manera de pensar, de refutar las iniciativas, de la forma como se dirigen a sus colegas con palabras de grueso calibre. Del vacío social de sus propuestas, de las inasistencias y pérdida de tiempo, frente a las responsabilidades que les compete, en una importante sesión de orden político, ejecutivo y legislativo les dijo:

“Señor, venimos delante de Ti, este día de sesión para pedirte perdón y para pedir tu dirección y tu luz. Nos has dicho con templanza que hay maldición para aquellos que llaman bien al mal y eso es lo exactamente hemos hecho. Hemos perdido el equilibrio espiritual y hemos cambiado nuestros valores, incluida la dignidad. Hemos explotado al pobre y a eso lo hemos llamado: suerte. Hemos recompensado la pereza y eso lo hemos llamado: ayuda social. Hemos matado a nuestros hijos que aún no han nacido y lo hemos llamado: libre elección. Hemos abatido a nuestro condenador o contendor y eso lo hemos llamado: justicia. Hemos sido negligentes al disciplinar a nuestros hijos y lo hemos llamado: desarrollar su autoestima. Hemos abusado del poder y hemos llamado a eso: inteligencia política. Hemos codiciado los bienes de nuestro vecino e inclinado hacia la corrupción y a eso lo hemos llamado: sana ambición. Hemos contaminado las ondas de radio, prensa y televisión con mucha grosería, pornografía y mentiras, especulaciones y lo hemos llamado: libertad de expresión. Hemos ridiculizado los valores heredados de nuestros antepasados que siempre nos han inculcado dignidad, honradez y cumplimiento y lo hemos llamado como obsoletos y pasados de moda. Y en tono de súplica, Oh Señor mira en lo más profundo de nuestros corazones, purifícanos y líbranos de nuestros pecados y falsas inclinaciones y ambiciones desordenadas”.

El contexto del singular discurso fue objeto de refutaciones de los contradictores partidistas, pero al cabo de 10 horas, recibió un total de  tres mil 725 voces de acompañamiento y apoyo. Entre tanto su concepción, permite visualizar la realidad política, social y empresarial pública y privada en Colombia. Aspiramos que los dirigentes de nuestra Nación, con esta exhortación, cambien la manera de actuar desde sus posiciones y les sirva como un pequeño retiro espiritual, que nos llene de esperanza, ahora que recorremos los caminos de la paz.

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