ARTILU (2)

Por Gonzalo Quiñones V.

Nada hay más peligroso para el desarrollo de cualquier actividad de orden empresarial, financiera, política, social, religiosa o académica, oficial o privada, que en su estructura interna se filtre una persona cualquiera, que con el paso de los días, va convirtiendo el ambiente laboral especializado, en caldo de cultivo para el despotismo, la imposición de sus criterios, adornada con la maloliente vanidad gerencial, como jefe o director. Y ese tétrico sendero va sembrando, sin ningún escrúpulo la cizaña, el encubrimiento sedicioso, la traición y el cáncer de la ambición por el dinero, que también sin límites reparte a sus allegados de la cosa ilícita, a sus familiares, y a los respectivos colegas de las cosas sucias, que se convierten en una ¡aleación criminal! Que no respeta nada, ni a nadie. Siempre actúa en la oscuridad y desde luego en la clandestinidad.

Esta introducción me hace recordar de un tiempo atrás, donde anoté que  nuestro país se debatía entre la violencia activa y la violencia pasiva. Cual de las dos más devastadora: La primera está en un ocaso esperanzador por aquello de los acuerdos de la Habana y lo que se ha firmado hasta el momento.

Pero la pasiva sigue viva y coleando. Ahora se le llama corrupción de cuello blanco, mermelada oficial esparcida en los políticos, jueces y magistrados. También en los dirigentes, alcaldes, gobernadores, casi todos los parlamentarios, íntimamente unidos a los grandes consorcios empresariales internacionales y nacionales. En la educación superior y en la inferior, en la salud, en el renglón de la infraestructura y en el grueso de las instituciones públicas como la Fiscalía, la Policía y organismos de control de la cosa oficial. Ah, la contratación sin el cumplimiento de los requisitos mínimos donde la coimas, son el común denominador que la identifica. En fin…en fin…

Y esta violencia pasiva, que tanto inquieta y confunde a los órganos de investigación y dé inteligencia del país, posee unos protagonistas silenciosos, que por fortuna parcial los conocemos como los INFILTRADOS. Como el de apellido Moreno. Los señores ex policías de Bogotá, los de Reficar, quienes ostentan refinados apellidos que engañaron a miles de colombianos, con miles de millones de pesos por intermedio de la figura financiera de las famosas libranzas y otros medios de negociación. Los infiltrados en su gran mayoría son profesionales; sujetos cultos; bien preparados, que hacen más ignominiosa su conducta, mucho más reprochable su manera de actuar y por lo tanto dignos de los más ejemplares castigos penales ya que su moral es inocua y hasta despreciable.

 

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