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Por Álvaro Rodríguez Hernández

Hubo un alto número de precandidatos presidenciales, inscritos en Colombia para estas elecciones.

La baraja se redujo vía consultas y encuestas (no olvidar lo del Centro Democrático por descarte) y otros prefirieron fundar un banco de firmas para ocultar su partido pero para ampliar su espectro electoral con la consigna – más o menos –  que sirviera de sombrilla a quienes con predisposición quisieran llegar en esa deformación ideológica.  Pero bien, eso no es lo sustancial. Interesaban los votos en tiempos de ausencia de estos. Duque  y  Gustavo  Petro, ganaron  en su reducto en unas primarias (Martha Lucía, que quedó segunda, subió a la vice y el ex procurador Ordóñez, hace parte del decorado) Colombia Humana, alzó el trofeo en lo que se llamó votar por  la “derecha o izquierda”. Pocos se acuerdan a quien derrotó.

Los he de ver copiando el modelo con ferocidad para aspirantes a gobernaciones y alcaldías como un calco siniestro de la crisis de la propia institucionalidad política. Pagando firmas, sin renovación alguna, sino haciendo “una doble campaña” para buscar acomodo posterior. Claro, que existirán candidatos decentes.

Lo otro son las encuestas que funden prestigios, entierran candidatos y angostan la tarjeta electoral. Están en medio de la encrucijada por quienes las cuestionan. Pero son válidas en Colombia y pasan las elecciones y nos olvidamos de repensar el sistema electoral. Ojalá hubiese un cuerpo electoral independiente y especializado. El Consejo Nacional y los llamados Tribunales de Garantías Electorales, son reductos del partidismo. Mejor, del reparto o la milimetría política subterránea.

Veamos: triturados y de lejos, el partido de la U y la mal llamada Unidad Nacional, que naufragó. Hizo aguas. Pasó de ser partido de gobierno a ser nadador sin salvavidas en la turbulencia electoral de hoy.

Ni qué decir de la fragmentación roja y azul. Es vergonzoso lo que está ocurriendo. De la Calle, maltrecho y el conservatismo sigue de apéndice. Si alguien ha sufrido los estragos presidenciales y están a la deriva y “de plato de pobre” son estos dinosaurios anquilosados.

Hasta el MIRA, esperó con cálculo, para arrepentirse y establecerse en el   ancla legítima del ascenso político. El POLO no suena y Los Decentes y los Verdes, están ahí. Lo otro es un reguero de partidos  esperando quien va a ganar como relojería para irse – como siempre – con el potencial elegido.

¿Será que viene EL VOTO ÚTIL, en la primera vuelta presidencial? La polarización no es un mito, ni las encuestas un coco.

 

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