Por: Angélica Bermúdez.
Cientos de jóvenes e inclusive menores de edad, se dan cita en horas de la noche con la tranquilidad que les da saber que ninguna autoridad ni de Transito ni Policía llegarán a impedir que realicen sus piques ilegales en una zona residencial de la capital quindiana.
El rugir de los motores, las piruetas que en sus caballitos de acero realizan en una sola llanta exponiendo sus vidas como si se tratase de un acto de valentía, se han convertido en el pan no de cada día, sino, de cada noche para los habitantes de este sector de la ciudad. Las quejas por parte de la comunidad han sido reiterativas, las denuncias de diferentes medios de comunicación también pero al parecer en Armenia no existe Dios ni Ley para estos personajes que inclusive organizan apuestas clandestinas; Ya no se trata de simples jóvenes que llegan a las canchas del estadio Centenario para descrestar con sus habilidades en motocicletas, ahora se trata de una estructura delincuencial organizada que se lucra económicamente con esta actividad ilegal, las apuestas suben de temperatura dependiendo de los corredores, al trascurrir las carreras sálvese quien pueda si de pasar una calle se trata, pues la ley no existe y Dios está representado en el rugir de los motores.
Lo más preocupante aun no son las piruetas realizadas por estos suicidas, lo que preocupa es el hecho de que adolecentes que no superan los 16 o 17 años de edad se den cita en el mismo sector para disfrutar o competir en los piques bajo los efectos de sustancias psicoactivas, mientras esperan el inicio de tan anhelado evento no tienen reparo alguno en armar su cachito de marihuana y consumirlo frente a la multitud de motociclistas y sus acompañantes sin que exista autoridad que regule esta situación.
En Armenia los piques ilegales se convirtieron en un burlesco para la autoridad de tránsito y de policía que son quienes deben velar por que en materia de seguridad y movilidad se cumpla la ley, pero al parecer para los piques ilegales la única ley es la de la velocidad y su Dios la adrenalina. Habrá que esperar entonces que san motor haga el milagrito y por fin las autoridades giren su mirada hacia esta actividad ilegal que se desarrolla en plena capital quindiana.
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