Tiene que ser que está cuajando una tempestad mucho mayor por los lados de la Paz Total. De lo contrario, nadie podría explicarse la carta tan salpicada de explicaciones insólitas con la que el comisionado Danilo Rueda sorprendió al país esta semana, haciendo un esfuerzo malabarístico para defender su gestión.

Prácticamente todos los que saben de negociaciones de paz le han hecho reparos a La Paz Total. Reparos de las más diversas índoles que van desde las alertas éticas hasta las alarmas estratégicas. Todos los días aparecen nuevas sospechas sobre lo que pudo haber ocurrido en esas reuniones secretas que realizaron en plena campaña presidencial. Naturalmente, son sospechas que ponen en entredicho la legitimidad de la Paz Total por razones éticas. Y todos los días aparecen, también, nuevos señalamientos sobre la impertinencia del tal cese del fuego que no les pide nada a cambio a los narcotraficantes mientras que sí les ata las manos a las fuerzas armadas del Estado.

Nunca antes se había visto que fuera el Estado el que saliera a mendigar un cese del fuego. Históricamente eran las organizaciones ilegales las que lo proponían y, cuando lo lograban, lo consideraban una victoria tan extraordinaria porque obligaba al Estado a parar las persecuciones. Es decir que cuando comprometían al Estado a cesar el cumplimiento de sus obligaciones constitucionales, lo consideraban una victoria importantísima frente a la cual estaban obligados, ellos también, a parar todo tipo de actividades hostiles hacia la población y hacia el Estado.

Esta vez, todo es al revés. En el fondo, pareciera ser que la Paz Total parte de la premisa de que el Estado ha sido derrotado y que debe implorarles a los violentos que dejen de matar gente en los territorios. Lo que es lo mismo que decirles a los violentos que la sociedad de la democracia y la Constitución les rogamos el favor de que dejen de matar a cambio de una cosa que se llama Paz Total en la que estamos dispuestos a cederles lo que nos pidan.

No obstante, hasta aquí, podríamos decir que cabe una diferencia de criterios en el diseño de la política de paz del gobierno y que en las diferencias de criterios la tolerancia y el respeto deben ser las que marcan las pautas. Pero una cosa es la discusión que surge de una diferencia de criterios y otra muy distinta la intención de engrupir a la sociedad con mentiras que terminan siendo ofensivas por descaradas y por insostenibles.

En su carta, el comisionado Rueda afirma: “En el campo, el diálogo y los acuerdos de cese el fuego con grupos armados están empezando a interrumpir el libre flujo de recursos ilegales en grandes regiones”.

El documento dice muchas más mentiras, pero con esta bastaría para que lo citaran a un debate con el fin de que le responda al país algunas preguntas de mínima verdad:

Señor comisionado:

1- Explíquele usted a Colombia qué entiende por “libre flujo de recursos ilegales”.

2- ¿Qué tan “libre” es el flujo de los recursos ilegales en estos momentos y por qué?

3- ¿Podría entenderse que el flujo de recursos ilegales es “libre” porque nadie, comenzando por la fuerza pública, se le opone?

4- ¿Considera el gobierno que la única forma en que el Estado pueda oponérsele al “libre flujo de recursos ilegales” es a través del “diálogo y los acuerdos de cese el fuego con los grupos armados”, tal como lo plantea usted en su carta?

5- Explíquele usted a Colombia qué entiende por “recursos ilegales”?

6- ¿Podría entenderse que los cultivos de coca, marihuana y amapola son “recursos ilegales”?

7- ¿Podría entenderse que los laboratorios y los insumos para procesar cocaína son “recursos ilegales”?

8- ¿Podría entenderse que las armas con que se arman los grupos ilegales para matar a personas e imponer sus dictaduras a las poblaciones son “recursos ilegales”?

9- Explíquele usted a Colombia que entiende por “empezando a interrumpir”.

10- ¿Desde cuándo empezó la susodicha interrupción?

11- ¿La interrupción de qué? ¿De nuevos cultivos? ¿De nuevos laboratorios? ¿De nuevas armas? ¿De nuevos asesinatos? ¿De nuevos embarques de cocaína hacia nuestras ciudades y hacia el extranjero?

12- Explíquele usted a Colombia qué entiende por “grandes regiones”.

13- ¿Podría entenderse que la de Catatumbo es una “gran región”?

14- ¿Podría entenderse que el Pacífico es una “gran región”?

15- ¿Podría entenderse que el Cauca es una “gran región”?

16- ¿Podría decirse que Urabá es una “gran región”?

No, señor comisionado de paz, ni nuestra sociedad está derrotada ni este Estado es un Estado criminal y nazi como lo afirma su presidente Petro.

No nos pongan a pagar las indignidades y las insensateces de su Paz Total.

No nos digan más mentiras.

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Por EL EJE