Apropósito de las campañas que se adelantan para las elecciones de octubre de importancia para los entes territoriales, alerta la Registradurìa bajo la dirección de un funcionario duramente cuestionado desde el momento de su escogencia, sobre el riesgo electoral en que se encuentran 90 municipios ubicados en el litoral pacífico caucano, Norte de Santander, Chocó y algunas zonas del Meta, sin considerar el mapa de riesgo elaborado por la policía nacional que puede aportar nuevos datos, donde el dinero del narcotráfico puede estar infiltrando dichas campañas para imponer sus candidatos.
Le corresponde al gobierno central ejercer un monitoreo electoral que garantice la pureza del voto ciudadano, para que sea la voluntad popular, libre en su ejercicio, la que decida el camino a seguir, su futuro político administrativo, imponiéndose el principio inglés, “trust de people”, la confianza en el pueblo.
Ojalá ese voto así depositado señale senderos diferentes, donde no se imponga el nepotismo político, grotesco proceder del odioso cacicazgo, la doble militancia, el transfuguismo, la trashumancia electoral o trasteo de votos, a veces con la complacencia oficial, lo que sería funesto para la poca democracia que nos queda.
Preocupa la polarización del electorado que en nada beneficia el debate eleccionario, territorios que están a la espera de candidatos con amplia trayectoria política, conocedores de la cosa pública, con ideas claras sobre la seguridad urbana, como rural, la deserción escolar infantil, la violencia intrafamiliar, vías de penetración, y no con temas secundarios de alianzas de último momento, como sumar votos, y de aquello, lo esencial, lo de fondo, lo sustancial, las necesidades colectivas, no se les escucha decir nada, o por lo menos expuestos con claridad.
Lo anterior se puede sintetizar diciendo: los malos gobiernos departamentales, distritales como municipales, erosionan la legitimidad, los buenos la vigorizan. En buen romance, fortalecer la democracia en estos momentos de incertidumbre institucional.
ADENDA UNO. LA INEXPERIENCIA. Ante las reiteradas críticas por nombramientos de altos funcionarios, incluyendo ministros por su inexperiencia política como administrativa, aludo a la anécdota histórica para que sirva de ejemplo al actual gobierno: Siendo presidente de la República el General Pedro Alcántara Herrán, le ofreció a Julio Arboleda la secretaría de negocios extranjeros, hoy ministerio de Relaciones Exteriores. Contaba Arboleda con pocos años, había alcanzado numerosos triunfos, con la espada, con la lira y con la palabra y esa ambición que en su caso sería justa de sentarse al gabinete de tan importante ministerio, no lo cegó, contestándole así al presidente : “entre no servir a la patria y servirla mal, opto por lo primero, si es verdad que mis estudios en Inglaterra pueden calificarme de diplomático, hay una calidad de que carezco, la edad y no pudiendo reemplazar tal carencia, me expongo a que la nación sufra los errores de mi inexperiencia”. Eran otros tiempos y otros los personajes.
ADENDA DOS. Informan los medios que pronto se dará el retiro del funcionario que ejerce la dirección del departamento administrativo de la Presidencia de la República, de ser cierto, lo hará después de manejar un billonario presupuesto, el computador burocrático de palacio para aceitar la denominada “mermelada”, y si lo anterior fuera poco, con personería jurídica para su movimiento político. Nuevo estilo de hacer política con aval del gobierno del cambio.
*Ex magistrado
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