¡Hernando Yepes Arcila!
Ahogado en las lágrimas, conmovido registro la fatal pérdida del gran amigo, HERNANDO YEPES ARCILA, fraterno, leal, esquivo ‘Milésimo hombre’ —para describirlo con el título de un poema del escritor británico Rudyard Kipling—, un señor a carta cabal, gran servidor público quien partió, lúcido, hacia los jardines de la eternidad, mundo situado más allá del “penúltimo umbral” en el que los griegos no creían más que para sus mitos.
Para quitarse el sombrero
Icónico, excelente, incondicional, insular personaje por quien profesé una instintiva, franca admiración, compartí recíprocos afectos y simpatías, quien sobresalió por su ética ejemplar, pulcritud a toda prueba, demostrada en su deslumbrante, exitosa, larga, luminosa trayectoria profesional, de espíritu y mérito positivo, díscolo, intachable, independiente, indócil, insumiso, pulquérrimo, que impuso el sello personal de su moralidad en lo público y lo privado. Escrupuloso en el manejo del erario.
¡Para quitarse el sombrero!
Idealista íntegro
Insuperable valor humano —sin adornos—, honorable, idealista, íntegro, inteligente, puro, sabio, serio, valiente; demócrata integral —de tiempo completo—, políticamente correcto. Insobornable, que no vaciló en apostar por Colombia, ni dudó —tampoco— en aportar lo mejor de sí en su favor y de su patria chica, el Caldas viejo, antiguo, como sus aplaudidas, competitivas, imperturbables, transparentes aptitudes y dotes profesionales, éticas; vertical conducta personal, de cuya saga familiar hacen parte: el Consejero de Estado, NICOLÁS YEPES CORRALES y su hermano MARCELO, connotado jurista. Lo que se hereda no se hurta.
Puntilloso
Agudo, atinado, consagrado, cultivado, destacado, ilustrado, inquieto, solvente académico; puntilloso, reflexivo, virtuoso intelectual neto, de incontestable, innegable formación filosófica, literaria, jurídica; eminente, experimentado, extraordinario, recursivo, reconocido constitucionalista de campanillas, cuya acatada voz pública en el foro, ayudó a construir derroteros, a señalar el norte como Ministro Consejero de la Misión en Roma, mano derecha del muy ilustre, Carlos Restrepo Piedrahita; Gerente de la CHEC; destacado Constituyente de 1991; Presidente del Consejo Nacional de la Judicatura; Director jurídico de la Federación de Cafeteros, Ministro del Trabajo.
Caballero integral
Prodigioso directivo de posgrado de la Universidad Javeriana y catedrático de la misma, defensor a ultranza del bien común, de la justicia. Apetecido, prevalente letrado que desde el estrado estuvo al frente —selectivamente— de las más difíciles causas, sin sacrificar —jamás— ningún principio fundamental: moral, ético, político, en busca de acrecentar el poder, menos para excitar hirsutas, sectarias pasiones en contra de contradictores o malquerientes.
A su universo de caballero integral, de inmenso talento, inteligencia, prestigio y personalidad, añadió su condición de brillante, cimero intelectual, conceptual y moral, que rompió moldes y agregó —en grado superlativo— una serena habilidad política que ningún otro coterráneo alcanzó, ostentó hasta hoy.
Gran privilegio y timbre de honor
Estoy convencido, seguro que su sapiencia y pulcritud le harán una falta infinita a Colombia, a los múltiples admiradores, admiradoras y amigos. Ausencia, vacío enorme, inllenable. Camarlengo, elegante como un gentleman; un sibarita, degustador de vinos y de la buena mesa, al que los compañeros de generación, admiramos sinceramente su clarividencia, sabiduría, la capacidad de tomar equilibradas decisiones, incluso en los momentos y situaciones más difíciles.
Qué alegría y qué fortuna haber sido su amigo y cómplice cuando todo apenas comenzaba. Sentir su aprecio y amistad fue un gran privilegio, timbre de honor que a pesar de las distancias y de los años, siguieron intactos; encuentros grabados —como una huella indeleble— en el recuerdo, que seguirán mientras pueda latir mi destrozado corazón, como los sinceros, ilimitados: apego, cariño, devoción prodigados en más de medio siglo, aunados a su infinita bondad, coraje, enseñanzas, rectitud, ejemplo que el óxido del olvido no borrará, jamás… Se agota el diccionario para expresar lo que siento al barruntar estas apretadas, inconexas, huérfanas, inesperadas palabras de dolor, al susurrar este silencioso quejido del alma, del espíritu, de la mente que se esfuerza por hilvanar en este instante, este impactante, nostálgico, eterno adiós, esta sentida, perpetua despedida del ser más especial, querido, incomparable, inigualable, ligado a mi vida; frases de cajón que arranco de lo más profundo, recóndito de mi maltrecho corazón —hoy de luto—; palabras que difícilmente articulan la profunda tristeza que siento por la desaparición de la persona con la que compartí sueños, ilusiones, quimeras, utopías; recibí cariño, afecto —inconmensurables— que contribuyeron a colmar de alegría mi existencia.
Fuerte abrazo
Vaya un fuerte y largo abrazo y condolencias a sus esclarecidos hijos: NICOLÁS y MARCELO, en especial, a su amorosa, entrañable, dulce esposa, la distinguida médica, ÁNGELA BOTERO, quien con su afabilidad, inteligencia y ternura, hizo feliz a su amado, parigual esposo…
Compañero del alma, compañero, va para ti el ‘hasta siempre’ gran amigo, hermano; luctuosa despedida de la que nunca me repondré. Recuerdo —para terminar— una afortunada sentencia de la filosofía griega: “la grandeza no es un atributo específicamente moral, no es una de las virtudes privadas. No pertenece al ámbito de las relaciones privadas”. Grandeza que de sobra engalanó a nuestro héroe.
¡Sit tibi terra levis, amice! ¡Que la tierra te sea liviana, amigo mío!
Deposito una flor blanca y un torrente de lágrimas en su nueva morada.
Paz en su tumba. Que Dios lo tenga en su gloria.
‘Requiescat in pace’
El Barquero
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