Todas las encuestas, en todas partes determinan la percepción de inseguridad en el país.
Va desde la ola de comentarios, las extorsiones permanentes desde los centros de reclusión hasta los grupos afincados a las entradas de los centros de comercialización de productos del agro, pasando por el pago de seguridad en algunas zonas comerciales o industriales.
Y que decir de las llamadas permanentes manifestando ser de entidades financieras o bancarias, las comunicaciones por whatsApp que tratan de invadir y extraer los datos con fines obviamente delictivos. Llamadas internacionales con el objeto de buscar como mediante la tecnología saquear las cuentas y la información de quienes ahora estamos viviendo en la era digital.
Inseguridad ya en las carreteras del país cuando están haciendo nuevamente retenes o simplemente se puede presentar un acto de terrorismo que ocasione daños a civiles y fuerza pública. Y que decir en las ciudades donde ya aparecen los asaltantes como en el viejo oeste amenazando a transeúntes y conductores en un “atraco” más.
Los videos de particulares en zonas urbanas o rurales pidiendo auxilio inmediato frente intentos de invasión de tierras, o el permanente hurto de vehículos de todo orden en vías rurales y urbanas. Y qué decir de los hurtos de los espejos, luces, stop que permanentemente en las calles ocurren, el raponazo o la extracción de billeteras o similares en lugares céntricos.
La clonación de vehículos, las noticias de participación de actores de la fuerza pública o simulándolos, crean desde hace tiempo una sensación de inseguridad que obliga la gobierno a asumir con mayor responsabilidad su función para garantizar la seguridad y tranquilidad públicas. Y esto con mayor razón en una nación que ha convertido el turismo en una herramienta importante en la activación económica desde la pandemia, cuyos efectos negativos aun se sienten en diferentes sectores de la economía y en la vida de los habitantes de esta, nuestra patria.
Volver a entregar la sensación de seguridad, combatir la delincuencia y perseguir a los victimarios debe ser prioridad para una convivencia pacífica. La sensación de intranquilidad no solo evita la movilidad necesaria para que algunos sectores económicos estén activos, sino que impide la inversión necesaria para asegurar la prestación de servicios, y desacelera en proceso de emprenderismo que venía en ascenso desde años anteriores.
Las regiones necesitan de la presencia de la autoridad en todas sus formas, pero también de la eficacia y eficiencia de las mismas. Requerimos de una administración de justicia que actúe y enseñe al individuo que el crimen no paga y que el peso de la ley cae sobre quienes trasgredan las normas en contra de los valores de una sociedad afincada en el respeto por la propiedad ajena, la vida, el patrimonio privado colectivo, la ecología, la tranquilidad y seguridad de los habitantes de este territorio irrigado por sus ventajas ante el mundo.
Y es necesario el compromiso de los ciudadanos para apoyar a la fuerza publica en su misión. Pues, así como debemos exigir el cumplimiento de su deber nosotros debemos asumir el nuestro en defensa del territorio, y nuestra vida en comunidad.
LUIS JANIL AVENDAÑO HERNANDEZ
janil.avendano@gmail.com
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