Por: Andres Felipe Zapata
Constantemente en las calles y vías de los 12 municipios quindianos se registran riñas entre miembros de distintas hinchadas, tan solo por el hecho de ser “amantes” o seguidores de uno u otro equipo de futbol. La intolerancia es total, el único objetivo de estos jóvenes es herir o incluso matar al otro sin mediar palabras, tema que obviamente preocupa a las autoridades, pero que poco o nada se logra hacer. Este no es un problema superficial, no es un problema cuya solución sea simplemente aprehender los actos delictivos de estos jóvenes, ya que estas barras, son la perfecta salida para niños que crecen en hogares y comunidades violentas, desarrollando la mentalidad de sobrevivir por más violento que sea el escenario. Es así como el problema hay que tratarlo más de raíz y de a poquito procurar mejorar cada una de las problemáticas que nos aquejan, ya que aunque por distintas que parezcan, hacen parte de una cadena que derivan en más y más problemas.
¿Por qué razón el mejor espectáculo deportivo del mundo se tiene que convertir en una fachada para la violencia? ¿Por qué razón nuestros niños y jóvenes que se supone deberían ser el promisorio futuro de nuestra región, cada día se matan entre ellos solo por pertenecer a uno u otro equipo de futbol? La verdad es que no me cabe en la cabeza tanta ignorancia, indignación y desconcierto por saber cuál será el desenlace de esta ensangrentada historia, que no es de ayer, pero que hoy se vive con más intensidad.
En el aspecto netamente futbolístico, son varios los equipos que a nivel nacional encabezan la lista de los que más tienen afición, reflejándose esto en los estadios, en donde fecha tras fecha e independientemente de la ciudad en donde se juegue, el acompañamiento por parte de sus simpatizantes es masivo. Pero en el ámbito local, se pueden distinguir tres equipos con sus respectivas barras las que mueven mazas; el Deportes Quindío con su principal barra, la Artillería Verde Sur, el Atlético Nacional con su barra Los Del Sur, y el América de Cali con su representativa barra Barón Rojo Sur. Todas estas en un principio con la sana y entretenida intención de alentar a sus equipos en los estadios, de saltar y cantar, de musicalizar sus pregones con bombos, platillos y trompetas, de ponerle color a las tribunas con los trapos y las banderas, siendo todo este conjunto de elementos el verdadero significado de la cultura barrista, la cual como amante al futbol defiendo 100%, pero con la cual discrepo en este mismo porcentaje cuando de violentar al otro se trata.
Retomando esta nota de un modo informativo y con la intención de mostrar unos pocos ejemplos de este problema, a mediados del mes de enero de este año la pelea entre hinchas del Quindío y del América dio como resultado varios heridos y un menor de edad muerto, en otro caso unos días más acá hinchas del Atlético Nacional se enfrentaron a la Policía en el sector de la glorieta del Bolo Club dejando también varios heridos y el hecho más reciente se presentó el fin de semana pasado en donde hinchas del Deportes Quindío que viajaron a la ciudad de Cartagena fueron retenidos por las autoridades locales por encontrarse atracando a los ciudadanos y turistas de esta importante ciudad con armas blancas. Obviamente no pudieron ver el partido que se disputo horas más tarde ya que los devolvieron a tierras cafeteras, en donde a su llegada también ocasionaron problemas.
Es muy delicada entonces la situación y más duro aun pretender arreglar todos los problemas que vienen alrededor de este en cadena, pero se tiene que seguir luchando, implementando más seguridad, más control, más y mejores campañas educativas, deportivas, de esparcimiento y ocupación de los tiempos libres, de acompañamiento en los estadios y fuera de ellos, reuniones entre barras, en fin tantas cosas que puede realizar las administraciones municipales y seccional con el fin de salvar a nuestros jóvenes de una muy posible guerra absurda e interminable.
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