Por: Alberto Luis Gálvez Mejía

A escasos 12 días de las elecciones parlamentarias en Colombia, contados a partir de la edición del 25 de Febrero de EJENOTICIAS, podría afirmarse a la usanza de los narradores deportivos, que estamos en la recta final de una contienda electoral tal vez calcada de las anteriores y con muchos de sus elementos, pero eso si caracterizada por el cúmulo desordenado de listas y candidatos, que si bien no representan exclusivamente los trapos rojos y azules del pasado, pues su policromía se ve matizada ahora de amarillos intensos, verdes vegetación y blancos traslúcidos, por lo menos permiten al observador acucioso una variedad de opciones en la amplia oferta electoral, que va desde los vetustos líderes en tránsito de reencauche, pasando por los viudos del poder y los neófitos en estas lides, hasta copar la amalgama de postulaciones y candidatos, que a la manera de las maratones olímpicas hacen ingentes esfuerzos por alcanzar la meta y consolidar sus expectativas.

En el Quindío, que no es ajeno ni puede serlo, del espectro político colombiano hay de donde escoger, rechazar y hasta para tirar al cesto de basura. Las sedes políticas de antiguos partidos, nuevos movimientos y experimentos en embrión, utilizan todo tipo de señuelos, motivaciones y hasta mensajes subliminales para atraer los votantes. Están todos, como en el antológico poema de Carlos Castro Saavedra, “El elogio de los oficios”, ocupados y desempleados, profesionales y técnicos, apretujados para no quedarse por fuera de la foto.

Ahí, en ese escenario eleccionario, convergen al unísono, los que intentan repetir sus andanzas parlamentarias, con o sin ausentismo, reconocidos o desapercibidos en ese supuesto foro de la democracia, y para quienes lograrlo es la más ambiciosa de sus metas. Aquellos que se resisten a desocupar su curul y los que empujan desde la base para substituirlos.

Unos exhiben sus propios méritos o aun sus descalabros y otros van llegando con su nadadito de perro, como quien no quiere la cosa, obstinados en su arraigo popular, con sudor y lágrimas, a ocupar el sitial que les corresponde  en el engranaje político regional.

Son varios y seguramente muchos los que rodarán por el piso a la par de sus frustraciones, o con la sonrisa meliflua del triunfo. Sin embargo en ese concierto de notas discordantes y pretensiones soslayadas,  afloran personajes con recorrido e imagen.

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