El mundo está escandalizado por lo descubierto en las últimas horas por los Estados Unidos, investigaciones por cantidades contra altos mandos de la Federación Internacional de Fútbol FIFA. Muchos a lo mejor se sorprenden, pero otros nos alegramos porque por fin alguien seguramente pondrá en cintura a estos sinvergüenzas que tanto han lastimado al deporte rey.
Por: Cristian Marín Zuluaga
Es triste ver reportar la vinculación directa de la Conmebol con esta situación, los dirigentes del balompié de esta zona están severamente salpicados por la manipulación de recursos y por el gigante grado de corrupción al interior del órgano internacional.
Eugenio Figueredo, Eduardo Li, José María Marín, Julio Richa y Rafael Esquivel se encuentran entre los siete altos dirigentes de la FIFA detenidos en Zurich, pero la lista con el trascurrir de las horas seguramente puede ir vinculando nombres manchados con este escándalo de repercusión universal.
No es la primera vez que se destapan estas ollas podridas. La FIFA es una máquina de hacer dinero transformándose en un imán para los vividores, que ven en esta entidad la manera de encontrar mecanismos para desviar los recursos, lastimosamente aun Josep Blatter no es señalado dentro de la investigación.
¿En qué momento aparecen estas denuncias? en pleno revuelo por las elecciones de presidente, donde Blatter busca su quinto periodo con toda su plancha, cortándole las alas a dirigentes nuevos, con propuestas innovadoras y quizás limpios de tan malos manejos.
Seguramente después de lo hecho por el estado Americano el precedente va dejar muchas secuelas a la hora de pactar negocios con la FIFA, una empresa que se da el lujo de recibir dinero para articular su máximo show como las copas del mundo, en donde no invierte un centavo en la remodelación o construcción de escenarios, y por el contario se limita desde la barrera a exigir y a imponer condiciones para poder instalar su carpa cada cuatro años, ganando cifras exorbitantes, astronómicas que en definitiva no se sabe a donde van a parar, demostrando su poder de putrefacción.
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