cuadros me pica

Por: José Octavio Marín 

Sin querer entrar en controversias y polémicas con nadie, sin ser un defensor gratuito, pues en mi vida me he cruzado palabra alguna con Don Emilio Valencia, ni lo he entrevistado, ni he pertenecido a su causa política, no he sido su amigo, y simplemente desde la distancia oteo su labor política, la que respeto y valoro. Menos, soy nadie para cuestionarlo e irrespetarlo, pues él como ser humano, tengo entendido, se superó en medio de angustias y serias dificultades hasta lograr la cima, algo que es ejemplo para muchas personas que nunca nadaron en la opulencia y en las mieles de tener familias acaudaladas que les facilitó su formación superior hasta conseguir sus metas. De cierta manera pertenezco a esa clase de personas que con pulso, trabajo, dedicación y abnegación hemos querido superar los escollos que nos deja la vida. Algunos llegan más lejos que otros, yo estoy en la mitad, ya al remate de mi paso por estas calendas. Pero me causa escozor y una total decepción que un hombre de la alcurnia, el linaje, el prestigio que ha tenido a lo largo de su existencia, como lo es el Honorable Magistrado y expresidente de la Corte Constitucional Jorge Arango Mejía, se venga con semejante artículo del pasado fin de semana, arrinconando y estropeando al nonagenario líder liberal Luis Emilio Valencia, quien surgió de las entrañas del pueblo para conseguir un liderazgo regional a pulso.

Mis consideraciones y mi respeto II

Reitero mi respeto por el exhonorable Presidente de la Corte, pero tengo mis consideraciones.

Tengo entendido que el Dr. Arango Mejía sabía desde cuando fue gobernador y magistrado de las supuestas andanzas de don Emilio, de la supuesta corrupción que practica, saltando entonces a una pregunta, ¿por qué como autoridad nunca ofició documento alguno para abrirle una investigación al líder liberal?, y eso que decimos que esto viene desde hace muchos, muchísimos años. ¿Por qué el doctor Arango Mejía dejó pasar tanto tiempo, tantos años, para escribir lo que escribió esta semana? ¿Raro, no? Si don Emilio es un pillo, un delincuente como prácticamente lo califica en su escrito, él, el doctor Arango Mejía estaba en el deber como buen ciudadano y miembro de la justicia de denunciar todo el desgreño que provocaba o mejor provoca el señor Valencia. ¿Por qué viene ahora a abordar este tema? ¿Qué razón existe ya también en el ocaso de su vida, para que siembre cizaña y dudas sobre un personaje que hasta donde yo conozco nunca tuvo como senador, diputado, congresista y dirigente político una sola investigación de algún ente de control, llámese Contraloría, Fiscalía o Procuraduría? Se le olvidó al ilustre magistrado que todo ciudadano tiene derecho a su buen nombre, mientras no se le pruebe lo contrario, y a don Emilio nunca se le comprobó delito alguno. Si existe, que lo demuestre con pruebas.

Hubo personas que calificaron el escrito del doctor Arango Mejía como ¡valiente! ¿Valiente de qué? De hacerle daño a un ciudadano, un hombre que surgió y triunfó de la nada. Si quienes hablan de valentía tienen pruebas contra don Emilio, sencillo, que las muestren, pero esos personajes más siniestros en sus vidas personales que lo han tenido todo, simplemente  gozan con el dolor ajeno, una prueba más de las diferencias sociales. Uno de los tantos amigos con quien compartí un tinto el lunes en la tarde calificó el artículo como una verdadera desfachatez y eso que el ciudadano nada tiene que ver, como quien escribe, con don Emilio Valencia. Para concluir, me da la impresión que el doctor Arango Mejía hizo un favor. La pregunta es y ¿A quién y por qué razón? Pues sinceramente no encuentro motivo alguno. Doctor Arango Mejía, aún existe tiempo para denunciar a don Emilio por corrupción, si usted tiene esas pruebas, hágalo, pero no enrostre el nombre de un ciudadano que jamás ha sido investigado ni sancionado. Si tiene esas pruebas de corrupción actúe como un buen ciudadano, destape las cartas y todos estaremos tranquilos, si no las tiene, con respeto le sugiero prudencia, pues la prudencia hace verdaderos sabios, y si fue un mandado, le quedó muy mal hecho con un personaje que mal o bien ha generado empresa, empleo y oportunidades para los más necesitados del Quindío. Pareciera que el pobre que escala posiciones, barriendo cantinas, siendo garitero, cantando en bares como uno de sus mejores aliados, inventando proyectos, y todo lo que aduce el doctor Arango Mejía, no tiene derecho a triunfar en la vida, solo los de dedo parado, ¡qué discriminación, por Dios!

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