Por: Gonzalo Quiñones V.

Si bien faltan todavía unos 180 días para la debida reglamentación de la CÁTEDRA PARA LA PAZ, es necesario darle la cordial bienvenida a la iniciativa que espera solo la firma del presidente Santos, para convertirse entonces en ley de la República y por lo tanto de obligatorio cumplimiento y desarrollo en todos y cada uno de los establecimientos de educación preescolar, básica primaria, secundaria y universidades.

Guardadas las debidas proporciones su institucionalización en cada establecimiento es un paso adelante en el rescate de  los VALORES, que engendran la convivencia personal y colectiva; el respeto y acatamiento por la diferencia; la acogida cordial para el otro en todos los ambientes; celebrando más bien su color de piel, su creencia religiosa, o política, su forma de pensar, de tal manera, que surjan lazos de amistad y coparticipación y colaboración de doble vía.

Que de igual manera que despierte sentimientos de pertenencia por las ciudades y los pueblos, con mentalidad integracionista y humanista. Que cimente la cultura de la urbanidad y el respeto por los mayores y amplitud mental para aceptar la sana inconformidad de los jóvenes, siempre que ella esté regida por la iniciativa y el deseo de superación, gracias a los méritos y no por recomendaciones odiosas o imposiciones extrañas.

Que la CATEDRA DE LA PAZ, nos devuelva la confianza entre todos. La empatía entre propios y extranjeros, dentro de un clima de confianza y reciprocidad de ayuda en el momento en que se necesita.Que de ella se desprenda una luz clara que identifique el alcance social de los acuerdos de Paz y nos prepare al mismo tiempo para asimilar los caminos sinuosos del futuro ambiente del POSCONFLICTO, o mejor, la aceptación inteligente de una nueva cultura de la Paz. Nos convierta en  fin, en los NUEVOS CIUDADANOS COLOMBIANOS.  A esto es a lo que hay que apuntarle de ahora en adelante, gracias a este mecanismo de formación académico.

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