A la triste imagen del departamento generada por la corrupción, con concejales, exalcaldes, exfuncionarios confinados en cárceles, el desempleo, el microtráfico, los altos índices de suicidio, ahora el Deportes Quindío se suma a esa dura realidad. El equipo carga con la chapa de la vergüenza con un plantel conspirador que no le marcha a los técnicos y un dirigente arrogante que prefiere ver al equipo en la ruina, conducirlo al descenso que mantenerlo en la primera división. A ello la indolencia de los administradores y empresarios que callan, cohonestan con una institución que pertenece a todos como lo consideraron desde los despachos judiciales, donde al igual retrasan las decisiones que podrían proteger el futuro del equipo; cuando reaccionen será demasiado tarde.