Por: Gonzalo Quiñones V.

Desglosando un poco el profundo contenido de la escritora Ayn Rand, donde visualiza la conducta y los procederes de los agentes públicos y privados, es decir, empleados, dirigentes, gerentes, jefes políticos y de las mismas instituciones del  Estado y las entidades privadas que existen en Colombia, hay que aceptar que cada enunciado nos cae como “anillo al dedo”, ahora que estamos en época electoral presidencial y que ojalá nos interpele hasta el fin del fin, donde nos desempeñemos y actuamos.

“Cuando adviertas que para producir necesitas obtener autorización de quienes no producen nada. Cuando compruebes que el dinero fluye hacia quienes no trafican bienes, sino con favores; cuando percibas que muchos se hacen ricos por el soborno y por las influencias más que por su propio trabajo y que las leyes no lo protegen contra ellos, sino por el contrario son ellos los que están protegidos contra ti. Cuando descubras que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un auto sacrificio, entonces podrás afirmar, sin temor a equivocarse que tu sociedad está corrompida y condenada”.

Convergen las influencias negativas que pisotean la dignidad de la persona. El tráfico de influencias que niega la probidad y la capacidad de cada cual, en ambos géneros. La obtención del dinero fácil, que tanto corrompe la conciencia y que la conduce a obtener lo que sea, contra el que sea, sin ninguna consideración; cuando se “endulza el oído” del otro con ofrecimientos contrarios a la ética y la moral para conseguir algo, como muestra de la falta de pudor y rectitud y cuando las disposiciones o normas, o leyes protegen más al infractor, o protagonista de cuello blanco que desvirtúan la justicia y la hacen ver como la fuente de la cohonestación y la permisividad total, la convierten en un culto a la impunidad. Cuando del contexto social la honradez pasa a un tercer plano. Ya no es ningún atributo y se convierte en una acción de los mensos, y de los mansos en sus procederes, a sea de los “bobos de este mundo consumista”, nos lleva a concluir que nos desenvolvemos en una comunidad, sin principios, sin escrúpulos y por lo tanto desorientada y sobre todo sin autoridad para exigir y reclamar sus derechos inalienables y asumir los deberes con personalidad y sentimientos patrióticos.

Cabe anotar que el escrito de la autora americana, le sirvió al ejecutivo Bruno Seidel Arango  exgerente de la Licorera de Caldas, nombrado con cara y sana ilusión por el gobernador Julián Gutiérrez Botero, para “salvar” a la sonada empresa, para justificar su marginamiento de la entidad, aceptada hoy como el ¡banco soporte de las finanzas de Caldas!

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