Por: Cristian Marín Zuluaga-Bogotá
Personalmente me veo en la obligación de admitir mi sintonía en principio de temporada con la nomina del “Nano”, consideré desde la fría capital al cuadro cuyabro como un equipo con las herramientas necesarias para ponerle el pecho a la ruda y exigente etapa a la que nos condujo los malos manejos directivos.
Hoy, y ya promediando la mitad de la fase regular del campeonato, ese envión ilusionado se rasgo con la humillante producción de nuestro equipo, con la desidia ya habitual de los “jugadorcitos”, con el mal manejo táctico del “Nano” y bueno, con la tormentosa y negligente diligencia del señor inmensionable, por lo menos por este escrito.
Ya el Quindío que fue el hazme reír el año pasado en la Liga, hoy deambula por los estadios de la B dejando una pésima imagen, el espíritu de lucha se esconde, las ideas no se coordinan y esto obliga a Prince a transformar sus líneas defensivas y ofensivas en bloques timoratos, con poca sincronización y lo peor con resultados pavorosos, esfumando la ilusión del hincha de volver a ver al onceno cafetero en el lugar donde se gano un puesto en la década de los 50.
Uno quisiera encontrar la solución de manera rápida, pero por mas exploración del terreno siempre se volverá al mismo portón, a la misma tienda, sí a la misma tienda, eso es el Quindío una mini empresa, sin ambiciones, sin pretensiones, como en muchas ocasiones lo aplicamos en la vida “Dios me lleva Dios me trae”, así piensan en el elenco de Armenia.
El torneo se va calentando, el Unión con jugadores serios de amplio recorrido, con un cuerpo técnico comprometido va demostrando clara intensión de ser finalista; el América mas allá de no tener la súper nomina de otros años, cuenta con una hinchada respetable que impulsa y exige; un Bucaramanga que repasó la historia antes de encarar la competición y asimiló lo significativo que es tener un equipo de primera en una ciudad con mucha influencia en la industria del país; y así vemos equipos con talento, con procesos respaldados por sus directivas pero ante todo se percibe hambre, sed de triunfo y deseos de forjar carreras en la mirada de varios jugadores. Eso nutre el espíritu de un deportista, pero como en toda regla hay excepción en el Quindío a ninguno de sus integrantes les importa quedarse toda su carrera jugando en un elenco desmembrado de sueños.
Seguimos en el mismo baile, para muchos el consuelo es el Deportivo Pereira, bajo mi criterio es un aplacamiento mediocre, no hay que mirar la orilla del vecino, hay que analizar en donde se encuentra uno parado para tomar decisiones y de paso buscar la manera de volver a conectar el triunfo con el buen rendimiento.
No me quiero apresurar, a lo mejor es prematuro, pero es hora de empezar a ver cambios en la nomina, hay jugadores que ya cumplieron su ciclo en Armenia y que necesariamente requieren de nuevos vientos para no estancar su carrera deportiva, caso puntal Alejandro Paz, gran jugador, con temperamento y calidad. En cambio hay otros sin alma, atletas que siguen demostrando cosas negativas en el campo y que en vez de sumar cada día restan evitando una identidad en la arquitectura y en la planificación de juego.
Desde Bogotá sigo paso a paso cada movimiento del nuestro colectivo, sufro igual a cada uno de ustedes y siempre llego a mismo sector de dolor, angustia e impotencia que necesariamente me obliga a pesar en un paseo muy largo en segunda división por la carencia de espíritu de lucha.
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