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Alberto Luis Gálvez Mejía

Son muchos los argumentos que podrían esgrimirse, únicamente visualizando la experiencia reciente, en una especie de analogía de resultados respecto a sus antecesores, para responder a quienes se esconden en su propia miopía para descalificar la obra de gobierno de Sandra Paola Hurtado Palacio, por encargo o convicción.

No soy defensor de oficio de la señora Gobernadora, que más quisiera sino ser el vocero sin reticencias y no remunerado de su brillante gestión, pero esta habla por si sola. Sin embargo, en pleno ejercicio de mi derecho fundamental de opinar, voy a citar algunos pocos referentes que sintetizan claramente su intervención, tales como la participación en el tema de las regalías que antes eran de beneficio exclusivo de 9 departamentos, con los cuales la estrategia de Gobierno Firme para un Quindío más humano, ha logrado reponer y optimizar las redes de acueducto y alcantarillado en la casi totalidad de los municipios y la construcción de sistemas de tratamiento de aguas residuales en el sector rural, amén del fortalecimiento de la infraestructura educativa, las buenas prácticas agrícolas para ciertos cultivos, la inversión en turismo, la atención en salud, la protección medio ambiental, etc., que dan cuenta de manera incluyente de una serie de estrategias  tendientes a mejorar la calidad de vida de todos los habitantes de esta realidad y no de unos pocos privilegiados , razones más que suficientes, si fuéramos una sociedad consciente y equilibrada, para aceptar y destacar una positiva y perdurable obra de gobierno.

Ahora bien, no es la discriminación de logros, válida por cierto,  lo que concita nuestro interés, sino la preocupación por una sintomatología amnésica que parece haberse extendido a los quindianos presas de su funesta influencia y perversos efectos, uno de los cuales es la pérdida irreparable del acceso al recuerdo, llegando a la imposibilidad de recordar nada de ese pasado bochornoso y aciago de viejos caciques y posturas clientelistas que hoy quieren revivir, y lo que es más grave científicamente hablando, la pérdida de memoria los conduce a un deterioro en las relaciones interpersonales que les impide desenvolverse en la sociedad, de ahí la polarización, pero eso sí, manteniendo intacta la memoria procesual, gracias a la cual pueden seguir actuando, como si nada,  en la vida diaria, inanes ante la influencia de mercachifles, apostadores y últimamente ante el sortilegio de las sotanas.

Se quejan algunas personas, no todos los ciudadanos por supuesto, de un popular estilo de gobierno y le adjudican a su autoría los lastres sociales generalizados en el país, como el microtráfico, la violencia, las bacrim y la falta de oportunidades que nos aqueja de tiempo atrás, o su preocupación latente por el devenir incierto de los pobladores de los estratos 1 y 2, huérfanos autistas de otras administraciones.

Con angustia de causa, se duelen por inclinarse por unos cantidatos (as) que se identifican con su postura social, que no politiquera, haciendo mutis por el foro de lo acontecido en épocas de los Ancizares, Silvios, Emilios, Niños y Amparos, que legaron a sus herederos de intriga las mieles del poder.

Vuelven a trinar sobre el caso de los contratistas, a quienes se les obliga según los críticos de ocasión y desinformados reticentes, a participar de las actividades extramurales de la administración para conservar su vínculo laboral o contractual. Raro o extravagante quizás que en cerca de tres años de contratista independiente nunca me sentí presionado para actuar en contra de mi voluntad o por el estipendio mensual, y si actualmente no hago parte de su nómina, no fue por descarriarme del redil de los manumitidos o negarme a participar genuflexo ante las invocaciones e imposiciones de mis superiores, y mi participación alegre y consciente obedeció a una identificación plena con sus postulados y su significación de cambio.

A propósito de banalidades, cómo me gusta el fucsia o magenta, que es una combinación del rojo; energía masculina y azul; energía femenina, y que en las mujeres simboliza la liberación de lo femenino tradicional y caracterización de su autonomía, cuya fusión energética indica motivación de proyectos creativos, y  comunicación sin ambages de opiniones y criteriosEs pues, según los entendidos en la materia, un color que permite desprenderse de ideas y pautas de pensamiento mandadas a recoger por lo antiguas y que pertenecen al pasado.

Ante sus efectos tiemblan los machos alfa dominantes. Qué lástima, no han podido entender la evolución y la erradicación cultural y jurídica de la fémina dominada.

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Por EL EJE