hqdefaultPor: Cristian Marín Zuluaga

Una vez más el profesor Gilberto Moncayo con su trabajo denodado, con exposición de sabiduría y con grandes conceptos futbolísticos, vuelve a meter en la palestra del fútbol colombiano a una Selección Quindío, tras avanzar a la segunda fase de un campeonato nacional infantil. Hecho que desde hace mucho tiempo no sucedía en el departamento.   

Moncayo regresó a la selección departamental renovado, con la misma firmeza y seguridad que siempre lo ha caracterizado. Con la misma convicción del ganador de aquellos años de antaño, cuando los equipos del ‘profe’ le metían miedo a las grandes potencias de la nación. 

Y es que Moncayo se ha ganado todo a pulso. Nadie le ha regalado nada. Tiene en sus ojos el don de la elección. Él sabe que jugador sirve y que cual se debe desechar en los procesos de selección.  

Quindío en la última década en el panorama nacional se convirtió en la porcelana, en el equipo frágil donde los tres puntos son seguros. Pues Moncayo regresó para acabar con esa denominación negativa.  

El DT transmite lo positivo de este nuevo capítulo con las selecciones y lo hecho en el Tolima es el reflejo de la preparación de un equipo diseñado para sentir la competencia.  

Para muchos, y me incluyo, al profe no le pasan los años en su aspecto físico, parece disecado. Quizás, una que otra cana se asoma, pero es claro que su manejo de grupo sigue disecado. Sus conocimientos se ampliaron y la voracidad de triunfo nutre a un entrenador ganador.  

Moncayo ha sido señalado de rosquero, de toma trago y demás epítetos, sin embargo, él le sigue demostrando a los nuevos estrategas que ” más sabe el diablo por viejo que por diablo”. 

Samuel, y en general directivos de la liga, no inventemos más.

 

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