Por Gonzalo Quiñones V.
Para esta sencilla convocatoria, debemos primero que todo, renunciar a cualquier tipo de mezquindad, prevención o recelo político. A todo tipo de visión conceptual prepotente, o de imposición y más aún de distracción. El plebiscito es una participación ciudadana simple y directa. Es para el pueblo, para los de a pie, los de ruana y los de corbata. Pobres y ricos. Para mí, ese y aquel y desde luego para la mujer con capacidad de elegir. Su mecanismo es comprensible. Es necesario, prudente y conducente aceptarlo como ¡una gran oportunidad ciudadana!
Apoyados en todo el contexto de la iniciativa Constitucional, vamos a definir el presente y el futuro de cada uno de nosotros, después de medio siglo de amargura e incertidumbre. Perdón, exactamente 60 años de dolor y muerte. SIN PAZ. He aquí el gran dilema para los escépticos-enemigos directos e indirectos- de tan dilatado anhelo de cada compatriota. Es decir, Usted y Yo. Usted y su familia. Usted y la sociedad que conformamos hoy. Decirle SÍ al plebiscito es un gesto patriótico y al mismo tiempo un gesto moral conmigo y con el otro colombiano que quizá no conocemos. La PAZ, nos puede llevar a conocernos cada uno, a descubrirnos como personas dignas de una PATRIA como la nuestra.
Y lo patriótico y lo moral no riñen entre sí, se complementan. Se encuentran y nos hacen mejores ciudadanos. Toda Colombia nos necesita, especialmente en este momento. En el momento de ponerle fin a la guerra y sentir y compartir masivamente LA PAZ. Es un derecho sagrado e inalienable. Es universal.
El plebiscito demanda de entrada mucha pedagogía; hay que multiplicarlo sin temor, así como todo cuanto se apruebe en La Habana. En términos figurados, hay que convertirlos en LIBROS ABIERTOS para cada hombre y para cada mujer.
El plebiscito es el camino. Es la fórmula práctica para refrendar de cuerpo entero el ACUERDO DE PAZ, ojalá antes del próximo 23 de marzo de 2016. Que se constituya, Dios quiera, en el regalo más grande de navidad y año nuevo para cada colombiano y para cada familia colombiana. No lo olvide diga SÍ al plebiscito.
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