Bogotá, 9 sep (EFE).- El presidente de Colombia, Gustavo Petro, cumple un mes en el cargo con una popularidad del 56 % y enfocado en la búsqueda de la «paz total», prioridad de un Gobierno al que le empiezan a aparecer críticas por la inexperiencia de algunos de sus ministros.
El Gobierno del cambio que propuso Petro, principalmente para atender los problemas sociales, ha puesto más énfasis en la paz con la idea de que ese es un valor fundamental para resolver las demandas sociales.
Por eso encargó a su canciller, Álvaro Leyva, que la paz sea el norte de las relaciones exteriores y el ministro se ha implicado directamente en los acercamientos con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) para retomar los diálogos interrumpidos desde 2018.
En su primer mes de Gobierno, Petro extendió su propuesta de paz a otros grupos armados ilegales, como las disidencias de las FARC y bandas criminales, algunas de las cuales se han mostrado dispuestas a una negociación o a un sometimiento a la justicia bajo ciertas condiciones, entre ellas la no extradición a EE.UU. por narcotráfico.
Pero pese al ambiente propicio creado por el Gobierno para otro proceso de paz, Petro tuvo que hacer frente el pasado viernes a la primera prueba en ese sentido cuando desconocidos, al parecer disidentes de las FARC, asesinaron a siete policías en una emboscada en el departamento del Huila.
Tras ese ataque, Petro pidió a la cúpula militar y policial «que cuanto más se hable de paz, más hay que elevar la guardia, más cuidado hay que tener desde el punto de vista del accionar militar» para evitar atentados como ese, que consideró un sabotaje a la «paz total».
PROMESAS DE CAMBIO
«Lo bueno de este Gobierno es que mantiene la promesa de cambio y mientras siga así durante los primeros cien días va a ganar mayores espacios de gobernabilidad», dijo a Efe el analista Jairo Libreros, profesor de la Universidad Externado de Colombia.
La gobernabilidad es fundamental para sacar adelante en el Congreso las reformas de Petro y para eso logró atraer a la coalición de Gobierno a la mayoría de partidos y movimientos políticos, pero en esa alianza comienzan a aparecer fisuras por la disconformidad con algunas de las políticas del mandatario.
«El presidente Petro no ha dejado de ser el candidato Petro, por todas partes va haciendo promesas imposibles, sin rigor, que después se convierten en expectativas fallidas que se traducen, si no se actúa a tiempo, en malestar, y ese malestar tantas veces pasa a ser explosión social», manifestó en sus redes sociales el excandidato presidencial Sergio Fajardo.
Entre las propuestas polémicas del Gobierno está la ambiciosa reforma tributaria para recaudar más impuestos que abarca prácticamente a todos los sectores de la economía; la reforma de la Policía; cambios en la doctrina militar, y modificaciones en el modelo energético del país para reducir la dependencia del petróleo y combatir la crisis climática mundial.
«Lo malo es que (Petro) quiere hacer cambios extremos y muy rápidos y no sé si existe el consenso suficiente en la sociedad para hacerlos», explica Libreros.
Un tema en el que sí encontró consenso es en el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Venezuela, rotas en febrero de 2019, un capítulo del que ya se empezó a pasar la página con el nombramiento de embajadores en Caracas y Bogotá como punto de partida para la normalización y para la reapertura total de la frontera común, cerrada hace siete años al paso de vehículos.
EL LUNAR DE LA INEXPERIENCIA
A pesar de la «luna de miel» de Petro con el poder, el primer mes de Gobierno puso en evidencia la inexperiencia de algunos de sus ministros.
El caso más notorio es el de la ministra de Minas y Energía, Irene Vélez, filósofa y activista contra el cambio climático, que propuso importar gas natural de Venezuela pese a que Colombia tiene reservas para al menos siete años más, y luego sorprendió al auditorio del Congreso Nacional de Minería con la teoría del decrecimiento.
«Nosotros necesitamos exigirle también, en el marco de esta geopolítica global, a los otros países que comiencen a decrecer en sus modelos económicos porque de ese decrecimiento depende que nosotros logremos un equilibrio mayor y que los impactos del cambio climático nos afecten menos», dijo la ministra, lo que desató una avalancha de críticas.
Al respecto, Libreros opina que «los activistas son buenos para los diagnósticos, para conducir los descontentos populares, pero no necesariamente para gestionar políticas públicas de cambio».
También el canciller Leyva dio de que hablar al intentar justificar la ausencia de Colombia en una votación de la Organización de Estados Americanos (OEA) en la que se condenó a Nicaragua por limitar de manera «arbitraria» a organizaciones religiosas y ordenar el cierre de ONG.
La Cancillería restó importancia a esa situación pero ante la insistencia de la prensa Leyva dijo en un comunicado: «La ausencia de Colombia en la citada sesión se debió tanto a razones estratégicas como humanitarias y no ideológicas», una respuesta que arrojó más sombras que luces sobre la diplomacia del país ante Nicaragua.
«El gabinete ministerial tiene unos pivotes muy importantes, como Alfonso Prada en Interior, Alejandro Gaviria en Educación, José Antonio Ocampo en Hacienda o Cecilia López en Agricultura; son prendas de garantía, de conocimiento en su área, representan experiencia y solidez en las materias que trabajan», afirma Libreros.
Según el analista, en otra categoría están los de Defensa, Iván Velásquez; Vélez, en Minas y Energía, o la de Salud, Carolina Corcho, que «van a tomar más tiempo para poder determinar hasta dónde llega su liderazgo».
Tampoco ha salido como se esperaba la gestión de la vicepresidenta Francia Márquez, figura crucial para el triunfo de Petro pero que, ya en el Gobierno, ha sido «opacada por el presidente y por la agenda política», lo que Libreros atribuye también a que su cargo «no tiene una responsabilidad claramente definida». EFE
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