Esta semana asistimos a un fallo ejemplarizante que servirá de escarmiento para todos aquellos que violen la ley y perpetren crímenes de lesa humanidad. Un fallo que cumple a cabalidad con el fondo filosófico y social de la punición penal. Un fallo que les deja claro a los criminales que osen delinquir en nuestro país, que en Colombia el que la hace la paga. ¡Por fin se hace justicia!
Me refiero al fallo de la JEP que condena al secretariado de las Farc a 8 años de sanción propia, que deberán cumplir a través de proyectos restaurativos, incluidos aquellos de búsqueda de personas dadas por desaparecidas, actos de memoria y reparación simbólica, recuperación ambiental y desminado humanitario. Eso sí: conservando sus derechos políticos y sus privilegios. ¡Uffff! ¡Qué alivio para las víctimas y que tranquilidad para los colombianos!
Aunque, ¿no será exagerada esta condena? ¿Todo esto tan solo por tomar rehenes, cometer homicidio, asesinato, tortura, tratos crueles, atentar contra la dignidad personal, ejercer violencia sexual, desplazamiento forzado, crímenes de lesa humanidad, esclavitud, privar de la libertad a civiles, retener integrantes de la Fuerza Pública, a líderes políticos y utilizar el secuestro como control territorial? Pobres. ¡Dura lex, sed lex!
Y es una decisión oportuna, pues se da en el momento en que el gobierno busca un drástico castigo para sus socios del pacto de la Picota y el tarimazo de La Alpujarra, a quienes pretende condenar a ser gestores de paz y, de paso, lavarles sus fortunas. Al fin y al cabo, también son fortunas conseguidas mediante el narcotráfico, el terrorismo, el secuestro, la extorsión y la perpetración de crímenes de lesa humanidad; y las penas, entonces, deben ser similares y proporcionales. ¡Eso es justicia!
Y bueno… el paso siguiente es ver a los honorables miembros del secretariado, rodeados de niños “sirvientes” y desde sus curules en el congreso, cumpliendo las penas. Me imagino a “Tornillo”, agobiado y afanado por acatar el mandato judicial, distribuyendo las nuevas funciones de los miembros de su Unidad de Trabajo Legislativo: uno, que se idee proyectos restaurativos como la implementación de la cátedra de marxismo en escuelas, colegios y universidades; otro, que se encargue de revisar los obituarios de los diferentes diarios del país, en busca de desaparecidos; otro más, que coordine la invasión de los pocos muros y paredes libres de grafitis en diferentes ciudades, donde se consignarán frases de arrepentimiento como “Trump go home”, e imágenes de Santrich con supuesta mirada de contrición; y dos últimos que se encarguen de abrir troneras para simular le extracción de minas antipersonas y, en su reemplazo, siembren árboles de coca a guisa de recuperación ambiental.
¡Y nosotros que dudábamos de la efectividad de la JEP…! ¡Ja!
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Duele que en Colombia los delincuentes elijan los presidentes y se impongan la impunidad y la desvergüenza. Lo hicieron con Santos, robándose el NO en el plebiscito; y lo hicieron con Petro, destruyendo la Patria. ¿Los dejaremos seguir en 2026? ¡El país bueno reclama unión!