Democracia colombiana en peligro

Los colombianos vamos a las urnas. Elegimos cuerpos colegiados, gobiernos locales, departamentales y nacionales. Pero eso del “gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”, cada vez se aleja más de la realidad. Las normas que deberían regir el proceso electoral no se respetan, y los resultados demuestran que, en muchos casos, quien más dinero tiene, más éxito logra en los comicios.

El régimen de complicidades

Hace años, como lo afirmó Álvaro Gómez Hurtado, estamos dominados por “el régimen de las complicidades”. Hoy, una plutocracia que maneja los hilos del poder para su propio beneficio, teniendo como mampara a los partidos políticos, cuando de esa manguala hacen parte los gremios económicos, los contratistas y los que se aprovechan del erario público. Los unos amparan a los otros y los campesinos, obreros, profesionales jóvenes, tienen que estar sometidos a lo que dispongan los integrantes del régimen. Por eso es que muy pocos respetan a los políticos. Como si lo anterior fuera poco, nadie atiende los reclamos de colectivos de distinta índole y los dos grandes partidos, el liberal y el conservador, se volvieron una asociación de individuos a quienes solo les inspira elegirse y hacerse reelegir, siempre siendo gobiernistas, volviéndose cómplices necesarios de los quereres de los plutócratas, sus medios de difusión y sus agentes bien pagados que hacen lobby en las oficinas públicas.

Partidos tradicionales sin moral y sin principios

El Partido Conservador dejó colgados de la brocha a candidatos de la calidad de Juan Camilo Restrepo Salazar, Noemí Sanín y David Barguil para irse detrás del que iba a ganar. Lo propio ha sucedido en el liberalismo con sus dos últimas cartas presidenciales, Rodrigo Pardo y Humberto de la Calle, que ni siquiera llegó al umbral, por lo cual le tocó asumir los costos de la campaña, ya que no hubo devolución de gastos. El Senado de la República de circunscripción nacional ha dejado sin representación a más de diez departamentos del país, pues los carroñeros embilletados se han apropiado de la voluntad popular.

Hasta que llegaron las ollas alimentarias

A manera de ejemplo, miremos como el conservador Carlos Trujillo alcanzó 20.000 votos en la Guajira, entre ellos 10.000 en Uribia, donde nadie lo conoce, pero eso sí, después llegaron las ollas alimentarias que se perdieron en la maraña burocrática y politiquera de sus compinches, en un departamento que se muere de hambre y sed.

Y con del glorioso partido que pasó

Por su parte, hay un caso que llama mucho la atención: el glorioso partido liberal del Valle del Cauca, el mismo de figuras de la talla de Francisco Eladio Ramírez, Alonso Aragón Quintero, Isaías Hernán Ibarra, Gustavo Balcázar Monzón, Carlos Holmes Trujillo Miranda, Absalón Fernández de Soto, Ramiro Andrade Teherán, desde hace doce años, teniendo 250.000 votos, no elige un senador comarcano. Los jefes regionales prefieren entregarles la representación a personajes de la costa, Norte de Santander y Risaralda que les aseguran los dineros para hacer luego sus propias elecciones a la asamblea y al concejo de Cali. Esta jugadita ha dejado al Valle del Cauca sin quien presione ante el gobierno central, en obras tan imperativas como el aumento de calado de la bahía de Buenaventura, la construcción de la vía Mulaló- Loboguerrero en la vía al mar y otras tantas que sería largo enumerar.

Gobierno errático: país anárquico… País descuadernado

A menos de dos años de las próximas elecciones presidenciales, tenemos un país descuadernado. A esto se suma el populismo reinante, el desgobierno que prometió el cambio como caballito de batalla y que no ha hecho más que destruir lo que funcionaba, restarle ingresos a la nación por un evidente sesgo ideológico que ataca la inversión y transmite desconfianza, el pésimo manejo de Ecopetrol y el Ministerio de Hacienda, asustan. Así las cosas, se han quedado sin caja para sus propósitos reeleccionistas, centrándose en regalar subsidios a sus grupos étnicos y facciones políticos que fundan su devenir en la ideología “woke”.

Perdimos la paz

Perdimos la paz. Estamos esperando que alguien restablezca la integridad territorial de Colombia y que los narco-comunistas en armas vuelvan a ser puestos en su lugar dentro de los parámetros del orden y la justicia.

No nos equivoquemos

Las instituciones por sí solas no defienden el Estado de Derecho, sino la actuación de los ciudadanos que deben hacerse oír en las redes sociales, en las calles, dentro de sus propias familias y en grupos de pensamiento, si fuere necesario a grito herido.

Masa enceguecida

La suma de partidos coaligados no es garantía de triunfo frente a una masa enceguecida y engañada por una ideología retardataria, empobrecedora y mentirosa… Las elecciones para Presidente de la República hoy en día, en todo el mundo, se resuelven en las redes sociales y quien deba llevar la representación del centro-derecha, debe ser alguien que mueva emociones al elector, imbuido en el reinado de los likes y las visualizaciones.

Vicky Dávila

¿Será que a los jóvenes recientemente graduados y desempleados, los ninis, las clases media y en ascenso, les llamará la atención la figuración de candidatos como Germán Vargas Lleras, David Luna, Paloma Valencia, Miguel Uribe Turbay y María Fernanda Cabal? ¿O más vale les mueve la aguja outsiders como María Victoria Dávila Hoyos y Abelardo de la Espriella? En el 2022 pasaron a segunda vuelta presidencial Gustavo Petro y Rodolfo Hernández, dejando rezagados a Federico Gutiérrez, Alejandro Char, David Barguil, Sergio Fajardo. Somos arquitectos de nuestro propio destino y no puede Colombia dejarse embaucar otra vez.

La codicia

Los de Asofondos se vendieron por dos billones, los de las EPS por recibir más dinero sin hacerse cargo del aseguramiento completo. Todo el mundo sabe que los intereses que los bancos cobran a sus usuarios son tres veces más de la plata que reciben como intermediarios. Ahora, el gobierno de Petro los amenaza con una ley de inversiones forzosas y salen los de Asobancaria a poner a disposición del gobierno 50 billones pero manejados por ellos y no por el grupo bicentenario. ¿Entonces pa’ dónde vamos?

Cambios en el conservatismo

Con su nuevo look, el muy digno Efraín Cepeda, precandidato conservador a la Presidencia de la República, le entregó a Nadia Blel la presidencia del partido. Trátase de una senadora seria, joven y con ganas de hacer cosas nuevas. Debería comenzar por restablecer la unidad partidista en departamentos como el Huila, que no tiene representación en el Senado ni en la Cámara de Representantes porque no han encontrado la familia Andrade y Jaime Felipe Lozada, la forma de arropar a Carlos Ramiro Chavarro. Debe hacerse un plan de choque en Bogotá, ciudad capital, que por el capricho de Cepeda no inscribió ediles y que hoy no cuenta con ningún concejal azul. Qué bueno sería que la senadora Blel le preguntara a personajes como Gustavo Rodríguez Vargas, cómo hizo para que el partido tuviera la representación que se merece. Y, en el Valle del Cauca, que no solo los ‘finchistas’, manejados por la gobernadora Dilia Francisca Toro, en detrimento de la fuerza mayoritaria que suma el mayor número de concejales en el departamento, como es la Fuerza Social de Ubeimar Delgado Blandón. Los verdaderos conservadores no quieren más ‘jefes de papel’ sin reconocimiento ni empatía con las regiones.

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