Por: Nelson Sabogal Vásquez

Los hermosos antiguos vocablos que hicieron parte de una época inolvidable de la historia regional, reviven evocaciones que el sistema de comunicación, boca a boca, persona a persona, generación a generación no puede olvidarse, hacerlo permitirlo, sería dejar un inmenso vacío histórico, en todo aquello que valga la pena recordarse, decirse, atribuirse, escribirlo, para que las generaciones que vienen a velocidades increíbles, lo acuñen, lo dejen en la urna, en el cajón de los recuerdos, pero que lo tengan ahí, cerca de lo que  para ellos, pueda contener algo de sorpresa, de apoyo o de interés general.

El tema de inmensa importancia, por lo menos para mí y para los que intercambiamos, después de muchos años, ideas, anécdotas, historias, salidas, de un inmenso contenido social, que dicha, que sabroso, con mecato y gaseosa, poder compartir de nuevo, “las sensacionales y maravillosas tertulias  de Gustavo Moreno Jaramillo” en donde al calor de roscas, gelatinas, cucas y chocolate, nacieron tantos proyectos, que hoy están ahí y otros que hacen parte del calendario de los recuerdos, eran “BISCOCHO” y otros distinguidos ciudadanos, que fueron, que están y que serán parte inolvidable de esta tierra del Tigrero, de Baudilio, de Ancízar, de Silvio, de Lucelly, de Mario y de otros que poco a poco irán apareciendo en el célebre espacio de las tertulias de Gustavo y sus caballeros, de ayuda y protección .

Volvieron las tertulias, ayer en terrenos del siempre dinámico anfitrión, el mejor de los lados de la América, estuvieron, el señor de la idea, de los terrenos, del acelere, de la marcha, varios de los antiguos y muchos nuevos, bebimos del saber y conocer, nos hicieron deleitar con la temática aquello, que de pronto pudo olvidarse, el del color caoba habló, enseñó, señaló, corrigió y todos, como en un cenáculo de gloria guardamos silencio celestial, soñando, viviendo y esperando lo que vendrá, Carlitos, como siempre el más   joven, pero el que más sabe de la que circula en las gramillas de Colombia, nutrió lo que decía y preguntaba, Muñoz, el que ya parece el “viejo Muñoz” , feliz de estar en el medio que le fascina, Rua, el seriote señor de la comarca, el de la voz de siempre, el del calor humano, se fue dichoso, a él y a quién no le gusta nutrir de conocimientos, su saber, este ensayo de crónica no puede cerrarse sin decir que dos invitados de alto coturno no llegaron por estar en la capital del país, el señor Edgar Romero y el economista Carlos Julio Villamil, quien  si llegó con una inmensa bolsa de conocimientos y relatos de gran calidad fue el tremendo Juez de la Villa, el abogado CARLOS ALBERTO, no faltaron sino los aplausos y el  brindis para él, ¡VUELVEN LAS  TERTULIAS DE GUSTAVO, VUELVEN LAS TERTULIAS!.

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