El caso más reciente es el del director del Colegio de Santágueda en Palestina donde padres de familia siempre vieron que la disciplina del plantel cambió desde que el orientador y su grupo de trabajo impusieron normas especiales en beneficio de la misma comunidad.
Pero no a todos les gustó la serie de determinaciones porque las intimidaciones en contra del rector se dejaron sentir vía celular, lo que provocó la solicitud de cambio de institución, la misma que acaba de hacerse realidad.
Es decir, pesaron más las amenazas que los sentimientos y aprobaciones a favor de estudiantes, docentes y acudientes por la normalidad académica.
El consumo de estupefacientes, los hurtos, el porte de armas y el maltrato a jóvenes de bien desaparecieron desde que el saliente rector puso todo de su parte para mejorar la conducta de los alumnos y garantizar educación con altura y en orden.
No es la primera ni la última denuncia en tal sentido. La presidencia de Educal a cargo de Wilson García Quiceno hizo saber de las autoridades educativas de Caldas la inmensa preocupación que asiste a más de un centenar de profesores víctima de este ilícito.
Hasta desde el púlpito, hubo lamentos por el intempestivo cambio en la rectoría. Ojalá con la llegada del siguiente funcionario, los organismos de seguridad hagan el respectivo acompañamiento. De lo contrario los que siempre terror seguirán con sus fechorías en Santágueda.
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