Por Gonzalo Quiñones V.

Como ya es habitual y hace parte integral de su estilo sencillo, amable, desprevenido, pero muy humano, el papa Francisco desde el África nos ha sorprendido con una respuesta a un periodista colombiano sobre el proceso de la Paz: espero que marzo sea la aurora para Colombia, sea la aurora para la Paz.

Sentí desde luego emoción espiritual, por cuanto, el señor obispo de Roma, sorprende con su sutileza y limpieza de pensamiento y sentimiento hacia el mundo. Desde ese recóndito lugar, nos tiene presente. Nos tiene en cuenta. Pero me atrevo a colocar el titular de estas líneas en signo interrogatorio-eso sí, con el mayor respeto- por la cantidad de sobresaltos y vaivenes que enmarcan los últimos días de los diálogos que se adelantan en la Habana. Que estamos en la recta final dice el gobierno, que estamos en el antejardín de las decisiones finales, que por mayoría se aprobó el Plebiscito para la participación ciudadana en el finiquito del conflicto histórico; que los subversivos no lo ven así; que falta mucho camino por recorrer; que las partes “presionan” en el nivel propio de sus intereses. Son ecos que generan débiles, por no decir falsas, expectativas. Que debilitan la esperanza de millones de compatriotas, sumidos en los rigores todavía del conflicto armado, las desapariciones forzosas, los desarraigos de los campesinos de sus tierras, sin faltar los cementerios del silencio, donde reposan los cadáveres de ene cantidad de hombres y mujeres que se dejaron arrastrar por el narcotráfico y ambiciones ocultas. Y…en fin…

Y en contraste del anterior panorama, surge la voz del Papa, conduciéndonos a mirar y sentir la AURORA DE LA PAZ. La aurora, aceptada, como ese amanecer cotidiano y vivencial que el vía crucis ha terminado ya. Que la paz, concebida como bandera de vida y reconciliación y perdón está ya en cada hogar de nuestra patria, en cada porción de nuestra amada tierra campesina y urbana. Que los abrazos, como en navidad, se confunden por doquier, se confunden sin cesar. Que el dolor ya hace parte del pasado. Que las lágrimas han regado con savia abundante los campos y ciudades. Es finalmente, y así lo sentimos y lo proclamamos, en unión de fe, con Francisco: el mes de marzo próximo es la AURORA PARA COLOMBIA Y CON ELLA, LA PAZ. Y…punto…

 

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