Por: Jose Octavio Marín Naranjo
Yo si tengo que decir que en mi casa adoran la mascota, en este caso a Lucas, un labrador de pelo dorado, que durante sus ocho años de convivencia nos regala afecto, dulzura, cariño y amor, curiosamente Lucas tiene el mismo pelo de la mascota que tiene el director del diario local, el mismo que veo mañana y noche en su compañía recorriendo las calles del norte de Armenia. Nunca antes y en mis largos años de existencia que recuerde, animal alguno me había despertado tanto aprecio y tanta bondad. Debo confesar que me siento feliz de saber que tengo a Lucas. El que me espera a la hora de la llegada, el que me recibe con su ladrido y movimiento de cola exteriorizando su felicidad, el que se inclina a mi lado, el mismo que muchas veces me trae las sandalias para mi descanso, el mismo con quien comparto mi desayuno, almuerzo y merienda, que me acompaña a las caminatas de mañana o la noche. Lucas es parte de nosotros, es la alegría de cada uno de los integrantes de la familia Marín Zuluaga y de quienes llegan de visita.
El domingo pasado la familia completa compartió la veranera mañana con decenas de familias que salieron a caminar con su mascota entre el parque Fundadores y el parque Cafetero. Tengo que decir que me conmovió la masiva asistencia, la desbordada alegría de los miles de canes de hogar que en compañía de sus amos recorrieron la ciudad, fue un momento de libertad, integración y recreación. En esta oportunidad debemos decir, que los cálculos previstos por los organizadores cumplieron todas sus metas, no como años anteriores donde era escasa la presencia de caminantes con sus mascotas, el domingo la ciudadanía salió con responsabilidad, salieron con gusto. Disfruté de la alegría que a cada paso exteriorizaba mi compañero, mi perro, el que nunca se ofende, el que jamás responde agresivo, el que me calma los nervios, Lucas, el que es parte de la familia. Me sorprende porque no hay nadie como él cuando siente el motor del auto de la casa, su pinto, los identifica plenamente, el sentido y el olfato del amigo fiel, es único. A lo mejor alguien dirá, Pepillo se enloqueció con este tema, pero no, la misma satisfacción que sintieron los amos de mascotas que asistieron a la caminata del domingo, la sentí yo, la sintió Lucas, ni modo de describir la alegría de nuestra gerente y propietaria Andrea del Pilar Marín Zuluaga, de Andrés Felipe, de Claudia Juliana e Iván que compartieron la jornada. Los animales como Lucas y en sí todos ellos, merecen consideración, merecen respeto. Sus necesidades son las mismas que sentimos los seres humanos, sienten dolor, se enferman, pasan hambre, se alimentan, lloran, se alegran, les da nostalgia, son leales, fieles y se aferran a sus amos, con la única diferencia que no hablan, no pueden decir nada, no pueden embutirse una botella de licor, no rumbean, su única fiesta al menos la de Lucas, es compartir en familia, en casa, ellos, solo sienten, se duelen y se conmueven. Confieso que ahora de viejo me convertí en un defensor de las mascotas, de los perros, espero que Lucas me acompañe por unos años más de vida, los mismos que le pido al creador, a su vez, también exigimos desde esta tribuna respeto y consideración por los animales sobre todo por los perros. Eventos como el realizado el domingo se tienen que organizar con mayor frecuencia, es integración, con caca y todo, creo que ha sido uno de los mejores certámenes que forman parte de la agenda prevista en las fiestas aniversarias promovidas por la administración de la ingeniera Luz Piedad Valencia Franco.
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