imagePor: Cristian Marín Zuluaga 

El sábado terminé mi rutina laboral en Win Noticias en la capital de la república, de inmediato y con un cansancio ya acumulado por el trajín de la semana me dirigí a mi vivienda para poder descansar un poco pensando en la jornada dominical; como es habitual antes de dormir revise algunas redes sociales, inmediatamente al abrir mi cuenta de Facebook me encontré con unos escritos en el muro de mi amigo Guillermo León Valencia; “memo” que se encontraba en San Andrés cubriendo la copa Claro para Telecafé notificaba lo siguiente, “ con dolor y tristeza registro el fallecimiento del profesor Oscar Ocampo, gran técnico de fútbol y mejor amigo … PAZ EN SU TUMBA”, enseguida fue inevitable detener la agonía dentro de mí, la noticia nos tomaba por sorpresa, creo que no sólo fue mi caso, más de uno estaba confiando en la recuperación del “profe”.

A Oscar lo conocí cuando apenas era un chico soñador, él entrenaba al equipo de sus amores, y yo sólo era un juvenil con el anhelo de poder conquistar el gusto del entrenador. Recuerdo claramente la primera impresión y el primer contacto con el “profe”, siempre dibujando una sonrisa, y desenfundando su calidad humana, separándolo de la parte deportiva.

Obviamente para el fútbol no serví, eso  Ocampo siempre me lo dejó claro, él era así, un tipo jovial, entusiasta, respetuoso y gracias a esa sabiduría acumulada en la zona técnica no tenía pelos en la lengua para despachar a un jugador que en su momento no encajaba en sus pretensiones.

Dejé de practicar pero me llevé el mejor recuerdo de Oscar como pedagogo de la pelota, un hombre humilde, de buena cara, pero ante todo un caballero en toda la extensión de palabra. Sus consejos eran contundentes, siempre se preocupaba más por el joven soñador, que por su contenido futbolístico.

Los años pasaron y la vida me permitió seguir explorando al técnico, mi carrera como comunicador se edificaba y por tal motivo el contacto con el“profe” era permanente, él siempre luchando por el deporte de su amado municipio.

Dicen que no hay muerto malo, pero el “profe” era un ser diferente, a pesar de todos los logros personales y profesionales, siempre conservó su esencia, esa naturalidad para afrontar cada situación de vida lo llevaron a ser íntegro, siempre ligado del éxito.

Ya como periodista lo entrevisté un sin número de veces, y tengo que reconocer que a diferencia de otros secretarios de despacho, Oscar siempre atendió a los llamados de este servidor. Todavía y como si fuera ayer lo recuerdo dirigiendo la copa Ciudad Milagro,  los torneos de liga y por supuesto la primera C.

Para Telecafé tuve en varias oportunidades el privilegio de afrontar al profe, el mismo que ganando o perdiendo siempre daba la cara para dar una explicación de lo sucedido, nunca se escondió, siempre encaró las críticas con madurez, con sabiduría, como solo él lo sabía capotear.

A parte del fútbol, nuestros diálogos se extendían  para hablar de las necesidades de sus deportistas. Recuerdo la sonrisa del “profe” cuando Jairo Clopatofsky siendo director de Coldeportes prometió un patinódromo para  nuestro edén, al final los dos en medio de chanzas llegamos a la conclusión  que el dirigente se había tomado unos cuantos tragos antes del evento del mejor deportista del año 2010 en La Tebaida.

La última vez donde la vida nos citó fue en enero del 2013, antes de mi partida definitiva para la capital, allí con una sonrisa y asombrado con lo generosa que la vida ha sido conmigo, me felicitó y me expresó el orgullo que sentía por verme pelechar en una carrera tan complicada. En ese encuentro lo abracé y le agradecí por haber sido siempre tan deferente cuando lo necesité para diferentes circunstancias.

Al conocer la noticia tome el teléfono para comunicarme con alguien que me confirmara lo que estaba leyendo, sin embargo no encontré respuesta. Seguí atento al Facebook, y poco a poco los mensajes de condolencia se incrementaban en hombres del deporte cafetero. Sí, el profe, el amigo, el padre, el esposo, el maestro había dejado este mundo, se nos había adelantado cuando muchos pensábamos que aún le faltaba ver florecer mil orquídeas más. El partido quizás más largo y a su vez más rápido, Oscar lo perdió, pero quizás era el momento de instalar un ángel más al lado de padre Todopoderoso.

“Profe” gracias, mil gracias por tus enseñanzas, fuiste grande dentro de los grandes, y siempre dejarás un legado, no sólo en el deporte por la infinidad de logros, también en los centenares de alumnos que tuvimos el privilegio de compartir contigo.

 

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