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El pasado lunes se dio a conocer la conformación de los cuadrangulares del torneo de la primera B del fútbol colombiano. Llamó la atención la ausencia de una divisa tan representativa para nuestro balompié como el Deportes Quindío, equipo al que finalmente el guarismo no le alcanzó para pelear por el ascenso.

Por Cristian Marín Zuluaga

El domingo el radio se convirtió en el mejor aliado de los seguidos del milagroso.  Yo por el contrario, desde Bogotá estuve atento a las aplicaciones instaladas en mi teléfono personal las cuales me iban señalando el futuro del equipo de la región amada.

El primer vibrazo del celular advertía del triunfo de Popayán. En ese momento de desmoronaban las esperanzas de ver calificado al Quindío. Ya más adelante volvimos a saborear un trago amargo a costas del milagroso.

Son muchos los factores que incidieron en una prematura eliminación para el Deportes Quindío, pero sin duda la catástrofe se podía apreciar antes de iniciar la jornada 17, mejor dicho la segunda vuelta. Quindío dejó pasar un semestre, y ese exceso de confianza le pasó cuenta de cobro al Nano Prince y su orquesta.

El esfuerzo realizado de la mitad del torneo para adelante fue insuficiente, si bien es cierto el cuadro cafetero fue uno de los mejores de la jornada 17 en adelante, su pasividad en la primera etapa del campeonato fue saldada con la eliminación inesperada.

Es inefable ver otro fracaso en Armenia. Enterrar al Quindío durante el 2015 causa dolor. El hecho de ser el único equipo de los denominados “grandes” en quedarse por fuera del concierto causa trastorno y despierta una impotencia indescriptible.

Que Hernando Ángel, que Prince, que los jugadores, que los mandatarios locales, que los hinchas, incluso que la prensa, son algunos de los argumentos expuestos por diferentes expertos en la materia, y alguna parcialidad de la afición, y la verdad creo que todos estamos involucrados en este desastre de campaña, obviamente unos tiene mayor grado de responsabilidad de todos.

Sin dolientes

Desde hace mucho el Quindío no tiene dolientes, la indiferencia es absoluta y los resultados así lo demuestran.

Personalmente considero que esto no es de diálogos, no es momento de pensar en historias con finales felices. La situación obliga a una inyección económica para exigir un equipo de calidad y la pregunta es ¿quién puede desenfundar ese capital?. Creería que nadie hoy está interesado en intervenir al Deportes Quindío, muchos lo ven como un embeleco sin componentes para ver frutos, el caso lo tenemos en la administración municipal que siendo el auténtico dueño del club se hace el de la vista gorda.

Un fiel hincha me llamó esta semana, conversamos largo y tendido, dentro de ese diálogo surgió la posibilidad de un renacer del show del futbol albergando a un foráneo carente de sede, caso puntual las Águilas. Podría ser una alternativa para demostrarle al señor Ángel que sin él todo pude seguir marchando en cuanto espectáculo, pero lo cierto es que un intruso no va a llegar al Centenario a jugar de “gratín”. Águilas dejó Pereira porque la administración solo le brindaba la pequeña y menospreciada cifra de dos mil quinientos millones de pesos para jugar en el Hernán Ramírez Villegas, y así no dejar a una ciudad influyente sin fútbol de la A; suma que finalmente no llenó las expectativas de las directivas del club antioqueño buscando asilo en Rionegro.

De traer un equipo a exprimir el rubro público, hablamos con Ángel y le reforzamos el equipo exigiendo calidad y ascenso, pensaría un parroquiano más como yo.

Pensar en un aporte económico por parte del municipio, es como vivir esperanzados en la apertura del Túnel de la Línea, mejor dicho, quien sabe si nuestra generación va poder observar un dignatario bandera del embajador más importante de la región, por eso y ante tanta indiferencia, pensaría que una partida del milagroso en verdad no dolería, la continuidad en el departamento seguiría como si nada hubiera pasado, tal cual se vivió el lunes luego de la dolorosa eliminación.

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