Se ha sostenido que el fundamento de las democracias se centra en la existencia de partidos políticos fuertes, con sólida organización, defensores del interés general, canalizadores de la opinión pública, con una militancia respetuosa de los estatutos que desarrollan su actividad partidista.
El panorama político actual, no solo en Colombia, sino en todo el hemisferio nos muestra una gran crisis de los partidos tradicionales, como consecuencia de los cortes populistas, autoritarios, sin ideas claras y lo más grave sin ninguna estructura ideológica que los respalden, prueba de ello la cascada de partidos y movimientos con personerías jurídicas reconocidas por la autoridad electoral, nos lleva a pensar que algo está sucediendo, con temores ojalá infundados que la nación colombiana no esté a las puertas de estos fenómenos de gobiernos, más que absorbentes, despóticos.
Esta pérdida de confianza en los partidos afecta a la mayoría de partidos del hemisferio, por causas diversas, entre ellas el olvido de sus principios rectores, las malévolas alianzas con el contradictor del ayer, el silencio cómplice con funcionarios venales, más dedicados a otorgar avales para ganar unas elecciones, con una mínima atención a las necesidades colectivas, a la percepción de ser instituciones contaminadas por fenómenos de corrupción y ajenas a sus diarias preocupaciones sin considerar la polarización que conduce a la discordia, que dificulta el diálogo civilizado y a la búsqueda de soluciones consensuadas.
Es claro, que no es fácil determinar hasta donde el porvenir es diferente del pasado, ni si es mejor o peor, pero lo que sí es cierto es la importancia que tuvieron los partidos políticos en la consolidación de la estructura estatal, cayendo para des fortuna de las nuevas generaciones en un trágico y grotesco fandango oclocrático, (degeneración de la democracia) donde el gobierno presente se ha encargado de agudizar esa crisis de los partidos con su política al menudeo, a la carta, desconociendo a las estructuras de los partidos creyendo infundadamente que puede obtener una mejor gobernanza. Grave error al patrocinar el clientelismo burocrático, que tanto cuestionaron cuando se era oposición en el reciente pasado.
De todo este enredo político, institucional y electoral, hay una gran perdedora: la buena y sana política.
ADENDA: Flaco servicio se le presta a la estructura estatal cuando desde el alto gobierno se producen nombramientos con ciudadanos que no cumplen con los requisitos para el ejercicio del mismo, solamente para satisfacer compromisos políticos en desmedro de la buena gestión oficial.
Planeación nacional se constituye en una entidad técnica que coordina, diseña y apoya la planificación de políticas públicas y del presupuesto nacional, que debe estar dirigida por un experto en dichas áreas, descontaminado del manejo político electorero, en términos sencillos, alguien que piense en el desarrollo futuro de la nación, y no en las futuras elecciones. Parece ser, que no es el criterio de quién preside el gobierno.
ADENDA DOS: Se ha expedido el decreto 0199 del 20 de febrero 2024. “Por el cual se establece el Plan de austeridad del gasto para los órganos que hacen parte del presupuesto general de la Nación.”
Ojalá sea conocido y cumplido por la oficina de la primera dama, que al decir de los medios es muy adicta al gasto, que, si no fuera porque se trata de dineros del erario, no sería objeto de cuestionamiento alguno.
*Ex magistrado
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