Ante la despolitización que se viene presentando en el panorama nacional con el surgimiento de movimientos populistas, las alianzas con los contradictores del ayer sin contenido ideológico alguno, como a la ineficacia de los partidos como guías de la sociedad, más dedicados a usufructuar las prebendas oficiales, cargos públicos y a la contratación estatal, se tiene como resultado esa grave despolitización del pueblo, representado en la abstención electoral, con otro índice de esa apatía consistente en un sufragio muchas veces no guiado por convicciones políticas, sino por intereses inmediatos por favores otorgados donde impera el poder del dinero.
De igual manera se pensó que con la elección popular de alcaldes y gobernadores se oxigenaba en algo la democracia, creándose una situación nueva para el desarrollo de las luchas partidistas y para la expresión política de las necesidades de los diferentes entes territoriales, pero no ha sido así, la corrupción amenaza esa conquista popular, es un hecho notorio las frecuentes denuncias de malversación de fondos públicos de un gran porcentaje de estos funcionarios, reclamándose con urgencia una regulación de estas elecciones para que se resguarden los dineros oficiales, que no son más que dineros de todos los contribuyentes.
Pero no se actúa así, para sorpresa ciudadana, nos encontramos con la descabellada propuesta de la coalición mayoritaria, con la anuencia del ejecutivo de ampliar los períodos desde presidente hasta concejales, en esa manía de manosear la Constitución Política, en un claro intento de ir abonando terreno para una autocracia futura como sistema de gobierno.
Ahora bien, ni el gobierno elegido con un slogan de cambio, donde impera la incoherencia, ni lo que queda de los partidos, ni mucho menos el congreso parecen ser suficientemente conscientes de la gravedad del momento institucional, puesto que, aunque se repite, que estamos en un momento crítico, actúan como si no pasara nada, un ejecutivo que desconoce los partidos, omitiendo el régimen de bancadas, buscando apoyos parlamentarios individuales, donde impera la mano bondadosa de la mermelada oficial.
A tiempo de no caer en ese virus activista que se apoya en un ejecutivo triunfador, que con un poco más de la mitad del voto ciudadano creen tener el derecho a cambiar radicalmente la constitución, sin considerar a la otra mitad que optó por otras opciones de gobierno, arrogancia ideológica que mucho daño le hace a la estructura institucional existente.
Flaco servicio se le presta a la democracia querer minimizar a los partidos, por cuanto no se daría la misma sin la existencia de estas colectividades, pero se requiere si quieren supervivir dejar de ser empresas electorales, con un activismo político pocos meses antes de las elecciones, si aspiran volver a recuperar la confianza popular.
Adenda: A propósito de la elección popular de alcaldes, unos con deseos de acertar, preparados para el manejo público, estudiosos de las normas presupuestales, de los planes de desarrollo, reconocer la equivocación en otros, mediáticos, superficiales, folclóricos, lunáticos, sin formación política alguna, ni muchos menos hacendística, que pareciera ser viene sucediendo con el actual alcalde de una ciudad tan respetada y reconocida nacionalmente como lo es Manizales de apellido Marín, regentada en el pasado por ciudadanos de la más alta categoría intelectual, política, y académica, como lo fueron los ex ministros Fernando Londoño Londoño, Alberto Mendoza Hoyos, como el académico e historiador Ernesto Gutiérrez Arango, oportunidad para homenajear sus memorias.
Que mala suerte para esta capital, hoy “orientada“, por alguien que desconoce las responsabilidades de un gobernante, un meaculpa para quienes lo ungieron como burgomaestre de esa otrora pujante ciudad, hoy en una capitis diminutiu
*Ex magistrado
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