Padres de familia, educadores e instituciones tienen una gran responsabilidad en la prevención del acoso en las redes sociales, en una era digital que no podemos evadir. Aquí unos consejos prácticos para tener en cuenta.
Vuelven los niños y jóvenes al colegio y comienza un nuevo año de desafíos para los padres de familia, con un tema que sigue siendo crucial para la salud mental de los estudiantes: el bullying.
130 millones de estudiantes de todo el mundo padecen de acoso escolar; uno de cada tres jóvenes entre los 13 y 15 años es víctima, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). Y el panorama se ha recrudecido por la manera como el bullying ahora se da en las redes sociales, un entorno donde es más difícil reaccionar.
«El ciberacoso es un tipo de violencia que puede producirse en cualquier contexto, pues los menores pasan mucho tiempo conectados, y la violencia se produce en cualquier momento», señala Antonia Martí Aras, directora del Máster de Acoso Escolar y Mediación de la Universidad Internacional de Valencia – VIU – perteneciente a Planeta Formación y Universidades. «Esto provoca secuelas mayores en las víctimas, que presienten que nunca están “a salvo”, provocando en ellos sintomatología ansiosa de gran calado, incluso ideación suicida, trastornos depresivos y estrés agudo».
Técnicas para prevenir ciberbullying
Contribuir a la prevención de este fenómeno es una responsabilidad conjunta entre instituciones educativas, docentes y padres de familia. Aquí algunos consejos prácticos que nos brinda la experta de la Universidad Internacional de Valencia para reaccionar ante el ciberbullying:
Reglas de convivencia claras: En los espacios de convivencia no se deben tolerar situaciones de abuso, maltrato, humillación, y debe quedar claro para todos. Dar ejemplo en cuanto a las relaciones sanas es fundamental para establecer principios que no atenten contra la integridad física, psicológica y emocional de los jóvenes.
Proteger a la víctima: si vemos que se ejerce acoso sobre un joven, se debe notificar a la escuela y, de ser necesario, a las fuerzas de la ley, y desplegar los protocolos establecidos.
Indagación individual: Se debe entablar conversación a solas tanto con el agresor como con la víctima, así como con los testigos, para contrastarlo con la postura y opinión de los tutores o profesores respecto a la convivencia en el espacio común, como el aula.
Apoyo familiar: en el trabajo que se realice con la víctima y el agresor, los familiares juegan un papel fundamental como soporte emocional.
Trabajo terapéutico: escuchar a la víctima de acoso es esencial, es el primer paso en el tratamiento de la situación. Un trabajo terapéutico ayudará a sanar las heridas causadas por el acoso.
Pedagogía preventiva: Las personas que están alrededor de la situación de acoso deben ser incluidos en el trabajo de restauración a la víctima, mediante dinámicas pedagógicas que estimulen la empatía y enseñen sobre la importancia de denunciar todo tipo de violencia ejercida a otros. Asimismo, se debe educar en el buen uso de la tecnología y la seguridad digital.
Los peligros de las redes sociales para los jóvenes
No se puede tapar el sol con un dedo. El mundo digital hace parte de nuestras vidas, mucho más en la de los jóvenes, y más que entrar en la prohibición del acceso a la tecnología, se debe abordar esta realidad con sus pros y contras.
«Ahora más que nunca nos planteamos si es necesario prohibir el acceso a dispositivos móviles y redes sociales, cuando lo realmente importante es enseñar a hacer un buen uso de las mismas», concluye la experta Antonia Martí. «Desde el ámbito familiar es necesario que los padres se involucren en la seguridad digital de sus hijos, controlar las redes sociales, los contenidos a los que acceden y las relaciones digitales que establecen. La supervisión es necesaria al igual que la educación».
Por: Carolina Prada
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